“Cuando manejes el error, no le pongas una manija”. Este sabio consejo de un Científico Cristiano ha sido muy útil para el escritor. Le recuerda que el error no tiene habilidad alguna para sostenerse a sí mismo.
La Ciencia Cristiana nos muestra que la forma eficaz de manejar el error es negarse a tener algo que ver con el error como si fuera una realidad; negarse a pensar en su origen; hacer de él un vacío, pero no huir de él. Mary Baker Eddy nos dice: “Tenéis que descubrir que el error es nada: entonces, y sólo entonces, lo domináis en la Ciencia” (Escritos Misceláneos, pág. 334). De modo que no necesitamos luchar con él, sino en cada instancia saber con tranquilidad e incisivamente su nada, y de esa forma liberar nuestra consciencia de él de una vez por todas.
Una de las manijas más largas que se pone al error es la creencia errada de que tiene una causa. No tiene ninguna causa. A pesar de su aparente afianzamiento, duración o agresividad, cualquiera sea, el error es la maldición sin causa (véase Proverbios 26:2). Todas las cosas son posibles para la Verdad; por lo tanto, todas las cosas son imposibles para el error. No puede sembrar vientos ni recoger torbellinos. El error no puede hacer nada, porque es nada. De manera que, no podemos hacer que el error sea nada, porque ya es nada. Lo único que tenemos que hacer es demostrar su nada comprendiendo la totalidad de Dios, el bien.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!