Una vez cada veinticuatro horas los habitantes de esta esfera giratoria que llamamos nuestro mundo, experimentan un breve intervalo durante el cual la luz comienza a debilitarse, las sombras se extienden, el gris claro del crepúsculo envuelve la tierra como una vestidura brumosa. Los que lo observan dicen: “El sol se está poniendo”. Y un poco más tarde dicen: “El sol se puso. Se ha ido”.
Pero, ¿se ha ido realmente? ¿Dónde está el sol cuando supuestamente se pone? Simplemente se encuentra donde estaba antes. Al sol no le ha pasado nada. Lo único que ocurre es que ya no podemos verlo. Aunque puede que esté oculto de nosotros, sigue brillando en algún lugar, intacto, brillante y hermoso.
Todo aquel que sienta que su propio ocaso se está acercando, niéguese a pensar así de sí mismo, o de alguna otra persona. En La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, Mary Baker Eddy dice de aquel que ha pasado de la vista humana: “A través de una momentánea niebla él vio el amanecer” (pág. 290). La niebla nunca cambia nada. Tan solo nos impide ver el amanecer. En la proporción en que la niebla de la creencia falsa se disuelva en la consciencia humana, veremos que aquel que supuestamente se ha ido, continúa viviendo, amando y trabajando en los negocios de su Padre.
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