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Para jóvenes

Cuando mi amiga me preguntó sobre mi religión

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 8 de junio de 2020


Un día salí con una amiga del trabajo, y estábamos pasando un buen momento hablando de nuestras vidas. Sentía que la conversación iba muy bien; que realmente me estaba conectando con ella emocionalmente y estábamos comprendiendo mejor las experiencias que cada una había tenido en la vida. Sin embargo, en un momento, surgió el tema de la religión, y ella me preguntó cuál era la mía.

Me sentí un poco nerviosa de contestar su pregunta, porque la gente tiende a ser muy prejuiciosa respecto a la religión en general. Además, la Ciencia Cristiana es una denominación que la mayoría de la gente no conoce mucho. 

—Soy Científica Cristiana —dije. 

—Eso no es Cientología, ¿no es cierto? —preguntó.

Comprendí por qué podía haberlas confundido, debido a que ambas tienen, de alguna forma, la palabra ciencia en el nombre. Pero le dije que no, que eran totalmente diferentes, y que la Ciencia Cristiana se basa en la Biblia.

—Nunca había escuchado las palabras ciencia y cristiana en la misma oración —observó.

Su comentario me intrigó, porque como me crié en la Ciencia Cristiana, poner esas dos palabras juntas siempre ha sido algo normal para mí, y nunca hubiera pensado que podía ser tan extraño para los demás. Me di cuenta por primera vez que la mayoría de las personas jamás han escuchado ciencia y cristiana reunidas de esa manera.

Le expliqué a mi amiga por qué tiene sentido que esas dos palabras estén juntas. Le comenté que las enseñanzas de la Ciencia Cristiana incluyen un sistema de oración que ha probado dar resultado al solucionar los problemas que enfrentamos. También le expliqué que para mí la Ciencia Cristiana es la ciencia de cómo amar a los demás como Jesús nos enseñó a hacerlo. Por ejemplo, los Científicos Cristianos siguen lo que Jesús identificó como el “primer y gran mandamiento”: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”; así como el segundo mandamiento que él afirmó que era como el primero: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37–39, NTV).

Le conté que muchísimo de lo que soy como persona proviene de mis creencias y de los valores que guardo como Científica Cristiana, tal como apreciar el amor y compartirlo con el mundo y con la gente a mi alrededor. La Ciencia Cristiana me ha enseñado a amar de una manera realmente poderosa y sanadora, porque al leer la Biblia, así como Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, he aprendido que amar de verdad significa ver a alguien como la imagen de Dios, el Amor divino; es decir, amado, amoroso y amable. Esto significa ver más allá de las apariencias superficiales y los rótulos, y percibir todo el bien que está realmente allí, en cada uno de nosotros por ser hijos de Dios.

Aunque siempre he sido muy reacia a hablar sobre la Ciencia Cristiana con mis amigos por temor a ser juzgada, resultó que mi amiga fue totalmente abierta a lo que le conté. Incluso dijo que podía ver que ella me admiraba justamente por las cualidades que he desarrollado por ser Científica Cristiana. Fue genial que haber compartido con ella más sobre la Ciencia Cristiana la ayudara a comprenderme mejor.

Esta experiencia me abrió los ojos, porque nunca me había preguntado “¿Qué es la Ciencia Cristiana?” Responderle esta pregunta a una amiga me ayudó a aclarar las razones por las que creo en esta Ciencia y reflexionar sobre el impacto que ha tenido en mi vida. Estoy muy agradecida por todo lo que la Ciencia Cristiana me ha enseñado sobre cómo amar.

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