“Tú no sabes”.
Esas eran las palabras que usaba para explicarles todo a mis padres y a mis amigos de mi antigua escuela. Pueden suceder tantas cosas malas cuando estás interna en un colegio a muchos kilómetros de tu casa. Especialmente cuando eres totalmente nueva en la escuela.
Llegué al internado cuando estaba en décimo grado, y parecía como que todo el mundo ya tenía su propio grupo de amigos, o incluso, podríamos decir, su propia camarilla. El primer día de clase, no tenía idea dónde sentarme. Todos se sentaron con sus amigos, y parecía que no había lugar para mí. El primer día me senté sola y sentí que no encajaba en ese ambiente.
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