1, 2, 3, 1, 2, 3.
El ritmo de mi respiración en la piscina debería haberme llenado de alegría, en cambio, mientras realizaba la serie de vueltas más duras hasta el momento, lo único que sentía era rabia.
Nadaba desde que tenía memoria. Me encantaban tanto el deporte y las prácticas, que había comenzado a participar competitivamente. Todos los días estaba en la piscina, en ocasiones dos veces al día, y con las competiciones los fines de semana, mi tiempo libre se estaba volviendo muy limitado.
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