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Para jóvenes

Encontré mi camino de regreso a la Escuela Dominical

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 18 de abril de 2022


Cuando me convertí en adolescente, comencé a sentir aversión contra la Escuela Dominical. Cuando era niña, me encantaba hacer varias actividades de la Ciencia Cristiana, incluso asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Pero ahora, me estaba volviendo excesivamente consciente de todas las veces en que nuestras charlas en clase se salían del tema o sentía que no había aprendido nada. Además, nunca estaba satisfecha con lo que pasaba en clase. Cuando solo leíamos de la Lección Bíblica semanal (que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana), deseaba haber tenido una charla. Cuando teníamos una charla, deseaba haber leído la Lección. Estaba enceguecida por estas contradicciones y me centraba en lo negativo.

A medida que pasaba el tiempo, me sentía menos motivada para ir a la Escuela Dominical, y mi asistencia disminuyó. Incluso cuando el confinamiento debido a la pandemia hizo que mi iglesia cerrara por tiempo indeterminado, mi aversión por la Escuela Dominical solo creció a medida que continuaba reflexionando sobre todas las cosas que no me gustaban de ella. 

Luego surgió la oportunidad de asistir a una versión en línea de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana auspiciada por otra iglesia. Me gustó y preferí muchos aspectos de ella en comparación con la experiencia en persona. Me encantaban las charlas profundas y la forma en que se trataba cada tema era algo que nunca había considerado desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana. Sentí que no quería volver a mi rutina original de la Escuela Dominical, cuando esta clase nueva estaba funcionando tan bien para mí. 

Además, fue durante esta época que descubrí que un ser querido estaba luchando con algo difícil, pero no tuve más detalles. Parecía ser un problema grande, y sentí temor. Había aprendido en la Escuela Dominical que este era el tipo de cosas por las que podía orar, pero no tenía idea por dónde empezar. 

Después de un tiempo, mi iglesia local se abrió de nuevo, pero no tenía la intención de regresar. Así que me quedaba en casa todos los domingos, leyendo partes de la Lección por mi cuenta. Pero mis padres realmente querían que regresara, así que finalmente acepté volver para una clase. 

Estaba nerviosa. Me preocupaba sentirme incómoda. Estaba preparada para que fuera un desastre total. En cambio, los chicos de mi clase de la Escuela Dominical fueron agradables y estuvieron contentos de verme. Y para mi sorpresa, nuestras charlas se centraron más en el tema, fueron más edificantes e incluso introspectivas. Esto era justamente lo que quería. 

Sin embargo, como que parte de mí todavía esperaba que la conversación se descarrilara en cualquier momento. Lo que no esperaba era que mi maestro sacara un artículo del Christian Science Sentinel que cambiaría por completo la forma en que yo estaba pensando sobre la Escuela Dominical.

El artículo, escrito por William Curtis Coffman, se titulaba “Treat Yourself Daily” [Date un tratamiento a diario] (March 6, 1948). Trataba algunos de los puntos fundamentales de la Ciencia Cristiana, incluso cómo orar con eficacia por ti mismo cada día. Varias ideas clave del artículo se relacionaban con lo que yo estaba pasando. 

Sobre el tema del temor, me llamó la atención esta idea: “El temor es un enemigo del progreso. Comienza a desaparecer a medida que el hecho de que toda realidad es Dios y Su idea se establece en la consciencia”. Durante meses, había estado muy preocupada por mi ser querido, pero ese pasaje me ayudó a enfrentar el miedo. Me di cuenta de que ceder al temor no ayudaría a la situación, pero conocer la realidad del poder y la bondad de Dios sí lo haría. Comencé a sentirme inmensamente mejor a medida que mis pensamientos cambiaban en una dirección espiritual más productiva. 

El artículo también ayuda a aclarar de dónde proviene cada pensamiento bueno y correcto y por qué debemos desafiar los pensamientos que no son buenos. Dice: “La Mente del Cristo, la verdadera consciencia del hombre, es sostenida por Dios. No puede ser mesmerizada por las sugestiones mentales agresivas”, y, “Nuestro deber para con la humanidad es amar a nuestro hermano como la imagen y semejanza propia de Dios”. Estos pasajes cambiaron mi perspectiva sobre la Escuela Dominical al permitirme comenzar a ver el bien, tanto en mi experiencia en la clase como en mis compañeros. Sentí que desaparecía mi ira cuando todos esos pensamientos negativos simplemente se disolvieron.

Después de eso, pude disfrutar el resto de esa clase de la Escuela Dominical sin esperar que algo saliera mal. Me sentí genuinamente conectada con mis compañeros de clase y mi maestro. Ese día salí de la iglesia inspirada por lo que había aprendido y agradecida de que me hubieran alentado a regresar. Incluso estaba emocionada de regresar la semana siguiente. 

Desde esta curación, no solo mi propia actitud ha sido diferente, sino que mi experiencia en la Escuela Dominical también ha mejorado. Nuestro tiempo los domingos ha estado lleno de profundas charlas espirituales que me han encantado. También he aprendido que estar en la Escuela Dominical tiene muchos beneficios. Lo mejor es que puedes tener charlas significativas sobre la Ciencia Cristiana con personas de tu edad y que estas pueden tener un impacto sanador en tu vida. Así lo hicieron para mí.

Estoy muy agradecida de haber encontrado el camino de regreso a la Escuela Dominical.

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