Los chistes de “rubia tonta” al principio no me molestaban. Desde muy jovencita, siempre me sentí tan capaz e inteligente como otros estudiantes; a pesar de que algunos chicos esperaban que fuera tonta debido al estereotipo asociado con el cabello rubio.
Sin embargo, cuando llegué al bachillerato, mis calificaciones comenzaron a bajar, y me encontré comentando constantemente que no era lo suficientemente inteligente o capaz como para que me fuera bien en mis clases. En broma les decía a mis amigos que probablemente se debía a mi cabello rubio. Pero las verdaderas razones de mi baja autoestima y mis inseguridades fueron a causa de un entrenador de fútbol que me había hecho sentir que no era lo suficientemente buena, compañeros de equipo que me menospreciaban y un maestro que me había humillado frente a su clase.
Realmente había empezado a creer que no era inteligente.
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