Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

El sangrado se detuvo de inmediato

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 20 de febrero de 2023


Una noche, en casa, giré bruscamente al entrar en nuestra lavandería y tropecé con una caja de arena para gatos que no estaba en su lugar habitual. Caí hacia adelante y mi cabeza golpeó fuertemente contra el borde afilado del fregadero. 

Salía mucha sangre de la herida, y mi esposo se apresuró a ayudarme. Estaba comprensiblemente preocupado y dijo que la herida en mi frente ciertamente necesitaría puntos de sutura y que debía llevarme a la sala de emergencias. Le dije que entendía su preocupación, pero le aseguré que Dios estaba cuidando de mí y que yo oraría. Al haber visto la eficacia de la oración en otras ocasiones, apoyó mi deseo de orar y confiar solo en Dios para la curación.

Lo que me vino de inmediato al pensamiento fue un pasaje de la Biblia que conozco desde que era niña: “Cuando pasé junto a ti y te vi luchando en tu propia sangre, te dije: … ‘¡Vive!’ Sí, te dije, … ‘¡Vive!’” (Ezequiel 16:6, según la versión New King James). Conocía este pasaje porque cuando mi madre tuvo una abundante hemorragia durante su embarazo de mi hermano menor, ella había orado con la misma cita. En aquel entonces, mi familia era nueva en la Ciencia Cristiana, y el consultorio del médico de mi madre quedaba bastante lejos en automóvil desde nuestro pequeño pueblo. Recuerdo que para cuando llegaron al consultorio, ella estaba completamente sana y no hubo problemas al nacer mi hermanito.

Eso fue hace años, por supuesto, pero esas mismas palabras de Ezequiel me alentaron en ese momento. El sangrado de la herida se detuvo de inmediato y no sentí ningún dolor. 

Esta fue una de las muchas verdades que elevaron mi pensamiento y mi corazón por encima de la sugestión de que había habido un accidente o suceso que tenía el poder de hacerme daño. 

Mientras continuaba orando esa noche, estaba agradecida de que mi confianza en Dios como Amor me ayudara a liberarme del dolor y el miedo. Me encanta este pasaje de Romanos que me vino al pensamiento: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (8:38, 39). No recuerdo haber sentido otra cosa sino la omnipresencia y el amor de Dios.

Al día siguiente, una amiga comentó que el corte tardaría mucho tiempo en sanar y podría dejar una cicatriz. Le aseguré que estaba orando y que ninguna de esas cosas tenía que suceder.

Durante los siguientes dos días, mis oraciones se centraron en reconocer con persistencia que yo era la imagen y semejanza de Dios y reflejaba Su perfección. Cada mañana, sentía que las verdades espirituales de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana de esa semana elevaban mi pensamiento. Después de este estudio y de orar, no recuerdo haber tenido ningún dolor ni siquiera haber pensado en lo sucedido o tenido la sensación de estar herida.

Al quinto día, al lavarme la cara, noté que no tenía ninguna marca en la frente. Todo rastro de la lesión había desaparecido. La siguiente vez que vi a mi amiga, se sintió inspirada por la rapidez con que había sanado la herida. Ella estuvo de acuerdo en confirmar con alegría que la curación era completa y que cuando me volvió a ver no había cicatriz alguna. 

La Biblia nos asegura en 1 Juan 4:8 que “Dios es amor”, y esta curación fue una prueba concreta de este hecho para mí. 

Janet Horton
Ocala, Florida, EE.UU.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.