De niño, pensaba que la curación espiritual era exclusiva de Jesús y algunos de sus discípulos, y que el tratamiento médico era la única opción práctica para lidiar con las enfermedades o accidentes. Sin embargo, tuve resultados variados con el tratamiento médico, así que era receptivo a algo mejor.
Durante mi último año en la universidad, me dieron a conocer la Ciencia Cristiana y comencé a leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. Aproximadamente un año después, tuve mi primera curación en la Ciencia Cristiana: de un resfriado fuerte. Esta experiencia me convenció de la presencia del Cristo que transforma física y moralmente.
Aprendí lo siguiente:
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