Aunque a veces te sientas solo, nunca estás realmente solo. Hablo por experiencia. ¡Sigue leyendo!
Mary Baker Eddy escribió un libro para pensadores espirituales llamado Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, e incluye esta idea que recientemente me hizo pensar en un momento difícil hace años: “¿Sería la existencia sin amigos personales un vacío para ti? Entonces llegará el momento en que estarás solitario, privado de compasión; mas este aparente vacío ya está colmado de Amor divino” (pág. 266).
Poco después de que mi esposo y yo nos mudáramos a un nuevo estado, nos separamos. Esto me dejó sola con dos hijos. Me sentía solitaria y necesitaba amor y amigos.
Pronto, las telenovelas se convirtieron en mi “familia” y mis “amigos”. Planeaba mis días en torno a las telenovelas para estar en casa para ver cada episodio. Pasaba cuatro horas todos los días de la semana viendo telenovelas y racionalizándolo como un tiempo en que visitaba a mi familia y amigos. Pero confiaba en personajes ficticios para entretenerme y ayudarme a sentirme menos sola.
Me había criado en una familia de la Ciencia Cristiana y había asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Recordaba haber visto las palabras “Dios es Amor” en la pared de las iglesias filiales de la Ciencia Cristiana en las que había estado. Comencé a preguntarme: “¿Querría Dios, el Amor divino, dejarnos a mis hijos y a mí varados sin compañía? ¡No!”.
Un día, al abrir el Himnario de la Ciencia Cristiana, mis ojos se posaron en estas palabras:
Deleite encuentro en Ti, Señor,
Tu protección me das;
A Ti en toda pena voy,
¡mi Amigo bueno y leal!
(John Ryland, No. 224)
Dios es “¡mi Amigo bueno y leal”, pensé, y ¿quién podría pedir un mejor amigo? El Himnario se convirtió en un compañero reconfortante. Encontré referencias al Amor en casi todos los himnos que leí, y aprecié cada mención de la amistad y de Dios como nuestro amigo. Por ejemplo, leí: “En fraterna amistad / junto al Padre todos van” (Nikolaj F.S. Grundtvig, trad., N° 178), y “Salvación así encontramos, / pues es Dios Amigo fiel” (J.O. Wallin, trad., N° 263).
Pensé en siete nombres para Dios destacados en Ciencia y Salud: “La Mente, el Espíritu, el Alma, el Principio, la Vida, la Verdad, el Amor” (pág. 465). Al considerar estos sinónimos de nuestro único Dios, comencé a sentir que cada sinónimo era un amigo especial, y empecé a buscar referencias a cada uno de ellos en las enseñanzas de Cristo Jesús y en los escritos de la Sra. Eddy. Cuanto más descubría acerca de Dios y estos sinónimos, más sentía que no echaba de menos a mis amigos o a mi familia.
Por ejemplo, a medida que consideré el sinónimo Alma más profundamente, obtuve un mayor sentido del Alma expresado como belleza, especialmente en cosas como el arte y la música. No pasó mucho tiempo antes de que Dios, el Alma, nos guiara a mis hijos y a mí a maravillosas oportunidades de expresión artística, que generalmente incluían interacciones con los demás. He descubierto que pensar en Dios como Principio me ayuda a mantener mi día en orden, mientras que pensar en Dios como Vida me mantiene activa. En la Biblia, Jesús nos promete: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Conocer a Dios como Verdad me ayuda a liberarme de la soledad y de otras creencias que no son ciertas. Y Ciencia y Salud dice: “La mente mortal es el peor enemigo del cuerpo, mientras que la Mente divina es su mejor amigo” (pág. 176). Comprender a Dios como Mente mantiene mi salud y paz.
Ciertamente, cada uno de nosotros aplicaría los sinónimos de manera diferente en nuestras propias vidas y a nuestras propias necesidades. Pero Dios nos guiará a cada uno de nosotros en la dirección correcta, así como me guio a mí en formas que nos han traído muchas bendiciones a mis hijos y a mí.
También me consolaron las palabras de Jesús acerca de los amigos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. … os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, … para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:14-16). Las palabras de Jesús son para todos los que siguen sus enseñanzas, así que me sentí incluida y digna de ser llamada su amiga. Cristo, la verdad de Dios que habla a nuestra consciencia, es nuestro amigo constante.
Jesús también nos dio el Padre Nuestro, que comienza: “Padre Nuestro” (Mateo 6:9), y la interpretación espiritual de esto que da Ciencia y Salud es “Nuestro Padre-Madre Dios” (pág. 16). Ciencia y Salud explica: “Hombre es el nombre de familia para todas las ideas, los hijos y las hijas de Dios” (pág. 515). A partir de estas declaraciones razoné que todos somos hijos e hijas de un solo Padre-Madre Dios; somos una gran familia feliz.
Ese “aparente vacío” (de la cita casi al principio de este artículo) en realidad “ya estaba colmado de Amor divino”. Renuncié a los personajes ficticios de las telenovelas por una visión espiritual y sustancial de amigos y familiares. Me volví más activa y comencé a ayudar a mis vecinos de varias maneras. Me volví más sabia en mis decisiones y entendí mejor lo que buscaba en un amigo. Me esforcé por ver belleza en todas las personas que conocía. Yo era más feliz y mis hijos eran más felices. No me sentía ni un poco sola.
Con el tiempo, los amigos iban y venían en mi vida. Pero cada vez más encontré amigos que me ayudaron a apoyar mi crecimiento espiritual, y han seguido siendo verdaderos amigos. Lo más importante es que Dios, “¡mi Amigo bueno y leal!”, a quien encuentro a través de esos sinónimos y otros, jamás cambia ni se aleja.
Volvernos a Dios nos saca de la soledad, al elevar nuestro pensamiento de la oscuridad y la desesperación para contemplar la luz siempre brillante del Amor divino que está a todo nuestro alrededor. Dios nos mantiene a salvo, consolados y acompañados. Dios siempre permanecerá constante, no solo en mi vida, sino en la tuya y en la de todos.