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Escuchar y prestar atención a la “voz callada y suave”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 14 de noviembre de 2024


La intensificada conciencia pública sobre la esclavitud moderna me ha recordado una ocasión en que la intuición espiritual nos salvó a una amiga y a mí de una situación peligrosa. 

Mi compañera de cuarto de la universidad y yo estábamos de viaje en el extranjero, y un día, en una oficina de correos, conocimos a un hombre que dijo que nos mostraría un museo de música de clase mundial cercano que de alguna manera jamás aparecía en las guías turísticas. En el momento en que habló, sentí una antipatía extrema hacia él. Sin embargo, mi amiga estaba entusiasmada por ver el museo, y razoné que, puesto que íbamos a pie y no nos subiríamos a un automóvil con él, no habría ningún peligro. Podríamos simplemente irnos si fuera necesario. 

Lo seguimos fuera de la oficina de correos y pronto estuvimos en el barrio rojo de la ciudad. Él le gritó algo a una mujer, y ella salió y nos tomó una foto a mi amiga y a mí. Empecé a entrar en pánico y el impulso de correr fue casi irresistible. Pero había empezado a orar con fervor y a escuchar la dirección de Dios, y a pesar del miedo, estaba segura de que debía seguir adelante. 

Varias cuadras después, estábamos en una zona de almacenes frente al mar. Las calles estaban vacías y había cercas de alambre con portones cerrados con candado en el lado de la calle de los edificios. Una vez más, había un deseo casi abrumador de correr, pero estaba segura de que debía continuar. Entonces el hombre gritó algo así como: “¡Abre! Tengo dos”; momento en el que otro hombre salió de un edificio a una cuadra de distancia y se dirigió hacia el portón. 

El hombre que nos acompañaba comenzó a caminar muy rápidamente hacia ese almacén y se adelantó a nosotras. En ese momento, escuché una voz interior muy clara que decía: “¡Ahora!”. Agarré a mi amiga del brazo y empecé a correr. El hombre corrió detrás de nosotras. A las pocas cuadras, llegamos a una zona donde cinco calles se unían para formar una intersección. Justo al doblar la primera esquina, un autobús se detuvo y pudimos abordarlo de inmediato y escapar.

Escuchar a Dios, esa “voz callada y suave” a la que se hace referencia en 1.° Reyes 19:12 (Versión Moderna), en primer lugar, nos habría ahorrado toda la experiencia. No obstante, cuando empecé a prestar atención, la guía que necesitábamos traspasó el pánico y nos permitió saber cuándo y cómo escapar. 

Al orar por el problema mundial de la trata de personas, me han venido algunos pensamientos. Por ejemplo: “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda” (Job 32:8). Podemos pensar en ese “espíritu [que] hay en el hombre” como la intuición espiritual que todos tenemos de la presencia y el poder de Dios. Esa intuición puede prevenir problemas, y también puede guiar a los que están en cautiverio y a los que quieren ayudar (por ejemplo: la policía, los padres y los trabajadores sociales) a tomar las decisiones correctas en el momento adecuado. He estado orando para saber que todos tenemos esta intuición espiritual y que nunca es demasiado tarde para escucharla y prestarle atención, incluso si pasamos por alto o ignoramos las advertencias previas. 

En las páginas 224 a 228 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe sobre el poder de Dios para liberar a las personas de todo tipo de esclavitud. Por ejemplo, es tranquilizador leer: “Al discernir los derechos del hombre, no podemos dejar de prever el fin de toda opresión. La esclavitud no es el estado legítimo del hombre. Dios hizo libre al hombre” (pág. 227).

Otra frase del mismo libro que invita a la reflexión es: “La inocencia y la Verdad vencen la culpa y el error” (pág. 568). Puede entenderse que esto se aplica a cualquier persona involucrada en la trata de personas o afectada por ella. Y cuando los niños, en particular, son rescatados de la esclavitud, ante la preocupación por las secuelas de una experiencia tan terrible, esta aserción da razón para una expectativa diferente. Afirma que el poder pertenece a la inocencia. 

Finalmente, he estado orando con la declaración de la Biblia: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17). Puesto que el Espíritu divino está en todas partes, la libertad es posible en todas partes. Hay numerosos relatos bíblicos sobre el poder de Dios que liberó a las personas de circunstancias aparentemente desesperadas; tal como estar en prisión, en un foso de leones o en un fuego aterrador, o estar enfermo o incluso muerto.

La Biblia también nos dice que el Cristo, la naturaleza divina que Jesús ejemplificó plenamente para todos los tiempos y que sana y protege, es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Puesto que esta gracia salvadora de Dios no cambia, dicha liberación es posible hoy en día.

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