La intensificada conciencia pública sobre la esclavitud moderna me ha recordado una ocasión en que la intuición espiritual nos salvó a una amiga y a mí de una situación peligrosa.
Mi compañera de cuarto de la universidad y yo estábamos de viaje en el extranjero, y un día, en una oficina de correos, conocimos a un hombre que dijo que nos mostraría un museo de música de clase mundial cercano que de alguna manera jamás aparecía en las guías turísticas. En el momento en que habló, sentí una antipatía extrema hacia él. Sin embargo, mi amiga estaba entusiasmada por ver el museo, y razoné que, puesto que íbamos a pie y no nos subiríamos a un automóvil con él, no habría ningún peligro. Podríamos simplemente irnos si fuera necesario.
Lo seguimos fuera de la oficina de correos y pronto estuvimos en el barrio rojo de la ciudad. Él le gritó algo a una mujer, y ella salió y nos tomó una foto a mi amiga y a mí. Empecé a entrar en pánico y el impulso de correr fue casi irresistible. Pero había empezado a orar con fervor y a escuchar la dirección de Dios, y a pesar del miedo, estaba segura de que debía seguir adelante.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!