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“La ley del Señor es perfecta”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 30 de septiembre de 2024


Los procesos judiciales —reales o que se ven en las películas o en la televisión— tienden a promover el concepto de que hay muchas mentes, muchos enfoques, muchos lados y muchas leyes en desacuerdo entre sí. Está el acusado, el fiscal, el juez, los testigos y el jurado, entre otros, todos ellos con muchas opiniones y motivos a menudo contradictorios.

Fuera de la corte, también podemos sentir esta visión contenciosa de la vida. Hay muchos tipos diferentes de las llamadas leyes: leyes de salud, pautas dietéticas, teorías sobre la crianza de los hijos, y así sucesivamente. Muchos de ellos se contradicen entre sí. 

Pero ¿qué pasaría si hubiera una sola ley universal, donde todas las partes estuvieran del mismo lado? 

Un pasaje de la Biblia me respondió a esta pregunta: “La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo.
Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos” (Salmos 19:7-9, LBLA).

Había pasado por alto este pasaje varias veces mientras leía la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana una semana, pero estaba inmensamente agradecida de que Dios me dirigiera a profundizar estos versículos y estudiarlos realmente. Comencé por investigar el significado de las palabras ley, testimonio, estatuto, mandamiento, temor y juicio. La contemplación profunda de estos términos me ayudó a entender mejor al salmista y resultó en la curación física.

Ley

La Ley es la acción de Dios, el Principio, que gobierna el universo. La ley de Dios es perfecta. No hay limbos jurídicos. Nadie se queda fuera. Su ley convierte, ajusta, reforma, eleva y regenera el pensamiento, y, por ende, la experiencia. Sabemos por la Biblia que Dios es todopoderoso, supremo, omnipresente y consistente. ¿Puede Su ley ser algo menos? No. ¡Su ley es la única ley! Las leyes materiales que supuestamente nos gobiernan en realidad no gobiernan ni juegan un papel en nuestras vidas. La ley del Todopoderoso es omnipotente, suprema y todo lo que realmente existe. ¡No hay otra ley!

Testimonio 

El testimonio es una exposición o declaración de un testigo que da prueba o afirmación. Puesto que Dios, el bien, es Todo, el único testimonio posible es la afirmación o prueba del bien omnipresente. No hay ni puede haber otro testimonio. Nosotros —como “imagen” y “semejanza” de Dios, como dice Génesis 1— no podemos dar testimonio de nada que sea impío. Si Dios es verdadero, armonioso, inteligente, puro, íntegro y completo, ¿cómo podemos nosotros testificar de algo erróneo, inarmónico, impuro, quebrantado, escaso o dañado? 

Espiritualmente, el hombre no puede hacer una declaración o una confesión sobre sí mismo o sobre cualquier otra persona que no esté fundada en lo que Dios crea y sostiene. El testimonio de Dios es cierto, irrefutable y exacto, y nosotros reflejamos lo Divino.

Estatuto

Los estatutos, o reglas permanentes, de Dios son correctos, operativos, justos y misericordiosos. Regocijan nuestros corazones. Cuando nos damos cuenta de que no hay reglas materiales que gobiernen nuestras vidas porque Dios es el único legislador y Su ley es espiritual, somos libres de vivir y tener nuestro ser bajo el mandato de Dios, el Espíritu. La igualdad, el dominio, la pureza, la perfección, la salud y la libertad son solo algunos de los estatutos o reglas permanentes de Dios.

Mandamiento

El mandamiento, o mandato, de Dios es que el hombre actúe de acuerdo con la ley divina. Nuestra capacidad de obedecer esta ley es inherente al mandato de hacerlo. 

En verdad, no podemos ignorar o desobedecer el mandato de Dios. ¿Qué autoridad tenemos nosotros, como reflejo de Dios, para desobedecer? Ninguna. El reflejo actúa como los actos originales. Esta es nuestra naturaleza. Nosotros, como hijos de Dios, no podemos estar fuera de la ley mirando hacia adentro. No podemos dejar de seguir el mandamiento de Dios de reflejarlo y brillar con resplandor. 

Incluso una pequeña comprensión de esta gran verdad ilumina nuestros ojos, nuestro “discernimiento espiritual, no material, sino mental”, como lo explica Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 586).

Temor

Cuando el Salmo 19 habla del temor del Señor, se refiere a nuestro asombro y reverencia por el Amor divino. Veneramos a Dios y Lo adoramos como nuestro creador, nuestro legislador, como quien nos hace cumplir con la ley y es nuestro defensor de la ley. Debido a la perfección de Dios, no tenemos ninguna razón para perder nuestra confianza y fe en Él, ni nuestra comprensión de Su ley y cuidado por todos.

Juicio

Los juicios, o decisiones y evaluaciones, de Dios son verdaderos, correctos y lícitos. Él nos ve como Sus hijos perfectos. Los únicos juicios de Dios son los que son amorosos, verdaderos y justos, porque Dios es Amor, Verdad y Principio. Él no nos condena al dolor, al pecado, a la enfermedad o al infierno. Si Dios, el bien, es Todo, entonces no hay lugar para que resida el infierno. En realidad, no hay ninguna persona o consciencia que pueda ser condenada a sufrir porque toda nuestra existencia está en el reino de Dios, donde somos espirituales, alegres y libres. Dios nos juzga inocentes, íntegros, buenos, sanos y bendecidos. Este es un veredicto que todos podemos aceptar gustosamente.

Ahora bien, dije que fui sanada por estas ideas, así que permíteme contarte lo que ocurrió: Había estado trabajando en un proyecto en el jardín que implicaba levantar un tamiz pesado. Mientras lo levantaba, se resbaló y una de las patas de madera del tamiz aterrizó en mi pie. Me dolió. En ese momento oré y el dolor desapareció. Luego continué con mi proyecto de jardinería. 

Unos días más tarde comencé a experimentar dolor en el pie nuevamente y pensé que probablemente estaba relacionado con el accidente. Sin embargo, mi estudio profundo de la Lección Bíblica ya me había preparado por completo, y todas esas vislumbres espirituales sobre la ley de Dios me vinieron a la mente. Me di cuenta de que no podía dar testimonio de un accidente, una herida o un dolor, porque el único testimonio que existe realmente proviene de Dios. 

 A medida que continuaba mi día, cada vez que aparecía el dolor, reprendía al instante que esto no era un veredicto de Dios. No podía dar testimonio del error, porque en el reino de Dios, donde todos vivimos realmente, no hay nada que necesite ser revisado, punzado o corregido. 

Ciencia y Salud lo expresa de esta manera: “La Ciencia de la curación-Mente muestra que es imposible que algo que no sea la Mente pueda dar testimonio verídico o exhibir el estado verdadero del hombre” (pág. 120). 

Estas ideas me ayudaron a sentir la presencia de Dios y Su ley, la cual simplemente descartaba cualquier testimonio de algo inarmónico. Después de ese día de oración, el dolor desapareció y nunca regresó.

Estoy muy agradecida al salmista que cantó sobre la naturaleza completa y total de la ley de Dios. Nada está fuera de esa ley, y la ley del bien de Dios es lo único que nos gobierna. Los testigos, el demandante, el demandado, el juez, el jurado, el fiscal y el defensor están todos unidos bajo un solo Dios, el bien, una ley, una existencia, un motivo. La verdad es que todos somos, en realidad, inocentes, libres, benditos por siempre, porque “la ley del Señor es perfecta”.

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