Al principio de mi práctica pública de la Ciencia Cristiana, alguien me llamó tarde una noche para ver si podía orar por una mujer (una Científica Cristiana) que estaba semi-consciente y delirando. Acepté orar por ella y me puse a trabajar para comprender más plenamente que Dios es Vida.
En primer lugar, necesitaba desafiar el pensamiento temeroso de que ella estaba a las puertas de la muerte y que de alguna manera tenía que salvarla a través de la oración. Me sentí agradecida de haber aprendido que los estudiantes de la Ciencia Cristiana no oran reflexionando sobre las circunstancias del paciente o el problema. Oramos para que Dios nos muestre más acerca de Su totalidad. De esta manera, Dios es visto como el único “asunto” envuelto en la curación. Mary Baker Eddy afirma en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Es nuestra ignorancia de Dios, el Principio divino, lo que produce la aparente discordancia, y el entendimiento correcto de Él restaura la armonía” (pág. 390).
Así que oré hasta que me sentí alegremente consciente de Dios como la única Vida, y de esta mujer como la necesaria expresión de la Vida. Luego me fui a la cama.
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