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¿Para qué fui hecho?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 19 de agosto de 2024


La ceremonia de los Oscar de este año destacó una serie de canciones de películas, incluida la ganadora de la Mejor Canción Original, “What was I made for?” (¿Para qué fui hecho?). La canción incluye los versos, 

“Solía saberlo, pero ahora no estoy seguro
¿para qué fui hecho?
¿para qué fui hecho?”

La pregunta de cuál es nuestro propósito, quiénes somos, no es nueva ni inusual. Por ejemplo, hace miles de años, Moisés le preguntó a Dios: “¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto?” (Éxodo 3:11 LBLA). Y el rey David preguntó: “¿Quién soy yo, oh Señor Dios?”, ya que Dios le prometió a él y a su pueblo un futuro exitoso (2 Samuel 7:18 LBLA).

Me recuerda un momento de mi vida en el que me hacía esta pregunta de todo corazón. Acababa de regresar de un programa de estudio de verano en el extranjero y estaba trabajando por un semestre antes de regresar a la universidad para completar mis estudios, graduarme y lanzarme a la “vida real”. Pero no sabía a qué me estaba lanzando: no tenía trabajo ni una base de operaciones, y las perspectivas no parecían particularmente halagüeñas.

En ese momento estaba leyendo de principio a fin un libro llamado Prose Works, que es una recopilación de textos escritos principalmente por Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana. En la página 165 de La Primera Iglesia de Cristo, Científico y Miscelánea, me encontré con esta asombrosa declaración:

“Como parte activa del único estupendo todo, la bondad identifica al hombre con el bien universal. Que cada miembro de esta iglesia pueda así elevarse por encima de la tan repetida pregunta: ¿Qué soy yo?, a la respuesta científica: Yo soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y ésta es mi roca de salvación y la razón de mi existencia”.

Aunque esto era parte de una carta que la Sra. Eddy escribió a un grupo de miembros de la iglesia, habla de verdades espirituales que se aplican a todos. Dios Mismo es infinito, “el bien universal”; y el “estupendo todo” incluye a toda Su creación, ya que Dios es la fuente de todo el bien y es Todo-en-todo. La Ciencia Cristiana explica que todos somos la descendencia espiritual, o reflejo, de Dios.

Así que cuando leí este pasaje, tomé la primera frase como una invitación a reclamar mi identidad como una “parte activa” de la bondad universal, completa y estupenda de Dios. Además, es natural que cada uno de nosotros, como parte activa de la completa bondad de Dios, exprese los numerosos atributos de esa bondad, entre ellos “verdad, salud y felicidad”.

Este es nuestro propósito fundamental: expresar la bondad de Dios. Nuestra capacidad para hacer esto no tiene nada que ver con si estamos en un lugar u otro, o haciendo este trabajo o aquel trabajo. Dondequiera que estemos, hagamos lo que hagamos, llevamos con nosotros el propósito que Dios nos ha dado, nuestra razón de existir. Somos inherentemente capaces de conocer e impartir cualidades tales como integridad, totalidad y alegría, porque reflejamos eternamente esas cualidades mismas de Dios.

En otras palabras, siempre estamos equipados para ocuparnos de los asuntos de nuestro Padre celestial, como Cristo Jesús señaló (véase Lucas 2:49). No hay nada más confiable, más sólidamente protegido o más seguro que dedicarse a la tarea de expresar el amor de Dios. Hacerlo en la vida diaria requiere que permanezcamos sintonizados y escuchemos la amorosa guía de Dios, que es una roca segura en la que podemos pararnos.

Razonar de esta manera me trajo una tranquila expectativa de bien y un sentido más profundo de propósito. Y cada vez que me sentía un poco conmovida o insegura sobre mi futuro, volvía a estas ideas, orando con ellas hasta que volvía a sentirme segura de que Dios me amaba y cuidaba de mí.

En cuanto a mi inicio de la vida después de la universidad, encontré empleo. Mis primeros trabajos fueron bastante mundanos, pero cuando hice una pausa y miré el trabajo a través de la lente de esas líneas de Miscelánea —¿Me estoy esforzando por impartir verdad, salud y felicidad a través de mi trabajo?— y pude responder honestamente que sí, entonces supe que estaba en el camino correcto. Seguí orando, y pronto mi carrera floreció con actividades más atractivas e incluso más oportunidades para expresar externamente la bondad de Dios.

Dondequiera que estemos en la vida, cuando se presenta la pregunta del propósito, podemos recurrir a Dios en busca de nuestro verdadero propósito, lo que trae una calma profunda, una confianza restaurada en Dios y una quietud mental que nos permite responder a la guía de Dios, del Amor divino. Esto es cierto para todos y cada uno de nosotros.

Publicado originalmente en la columna Christian Science Perspective de The Christian Science Monitor del 26 de marzo de 2024.

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