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¿Soledad? Hay una mejor compañía

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 24 de junio de 2024


Tal vez te haya pasado esto: Alguien en la calle te sonríe y tú le devuelves la sonrisa. O al revés. Mis favoritas son las sonrisas simultáneas entre un extraño y yo, como si un bien compartido nos conmoviera el corazón al mismo tiempo. En cualquier caso, esos momentos —por breves que sean— me indican que estar conectado con los demás es completamente natural y está al alcance de todos nosotros.

En el mundo entero se están haciendo esfuerzos para combatir la soledad y el aislamiento. Por ejemplo, el Reino Unido y Japón han establecido Ministerios de la Soledad, y algunos países han establecido bancos de “me encanta charlar” en lugares públicos para fomentar las conversaciones entre extraños. Es alentador que este tema se esté tomando en serio.

Ya sea que la soledad se presente como una sensación de estar aislado de los demás o como un sentimiento de estar separado de un propósito y significado, en su raíz está la noción de que carecemos de algo esencial para nuestra integridad y  estamos desprovistos de oportunidades para dar y recibir el bien. He descubierto que recurrir a Dios en oración es una forma vital de llegar a soluciones sanadoras para obtener bienestar y compleción, incluidas las relaciones y actividades significativas.

Permitir que el deseo divinamente dirigido de bendecir a los demás y glorificar a Dios reemplace gentilmente un esfuerzo humano por cambiar la escena humana es una tremenda ayuda para elevar el pensamiento y liberarse de la soledad. Esta inspirada estructura de pensamiento nos permite abandonar el razonamiento material e ilumina el camino a seguir a medida que buscamos sinceramente y llenos de expectativa la guía divina.

La frase “Dios con nosotros” me ha sido útil para orar sobre la soledad. Es de un pasaje de la Biblia que profetiza el nacimiento de Jesús: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:23).

Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, las cuales están firmemente arraigadas en la Biblia, ponen de manifiesto la importancia espiritual de las verdades bíblicas, haciéndolas muy aplicables a las situaciones cotidianas. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, destaca el profundo significado de “Dios con nosotros” en su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, cuando escribe sobre “la revelación de Emanuel, ‘Dios con nosotros’, la eterna presencia soberana, que libra a los hijos de los hombres de todo mal ‘de que es heredera la carne’” (pág. 107).

Qué poderoso es esto cuando consideramos otro pasaje de Ciencia y Salud que describe a “Dios con nosotros” como “una influencia divina siempre presente en la consciencia humana” (pág. xi). Esta influencia —el Cristo— fue la base de todo el bien, la curación y la transformación que Jesús trajo a los demás mientras vivía incesantemente ese “Dios con nosotros”. Jesús nos mostró que, a través del Cristo eterno, todos podemos sentir momento a momento “la eterna presencia soberana” del Amor y la Verdad divinos aquí mismo con nosotros, sanando y trayendo abundantes bendiciones a todos, tal como lo hizo durante el tiempo de Jesús.

El poderoso hecho espiritual de “Dios con nosotros” es una base sólida para orar por la soledad. La Ciencia Cristiana enseña que Dios, el Amor divino, el Espíritu siempre presente, es nuestro Padre divino. Por lo tanto, somos los hijos e hijas preciosamente cuidados del Espíritu; cada uno de nosotros espiritual y completo con todas las cualidades útiles derivadas de Dios. Esta relación divina, en la que somos el reflejo del Amor, es indisoluble y eterna.

Es muy natural sentir la armoniosa realidad espiritual de nuestra unidad con Dios y, por lo tanto, entre nosotros como hermanos y hermanas. Esto nos permite compartir libremente nuestra bondad y alegría innatas con quienquiera que nos encontremos. Podemos descartar como ilegítimo cualquier sentido de separación del bien, porque tal separación no es posible en la creación de Dios. Esto da como resultado que sintamos Su bondad con nosotros de manera más consistente. Y ser receptivos a la realidad espiritual de la inherente integridad de todos trae a nuestra experiencia todo lo que enriquece, inspira y satisface plenamente.  

A lo largo de muchos años he descubierto que orar para sentirme abrazada en la ternura de la presencia de Dios hace que la vida florezca con relaciones y actividades significativas. Y llena de dulzura mis momentos de soledad.

“Dios con nosotros” es la realidad en este mismo instante. A medida que recibamos con agrado a esta compañía en cada momento del día —sin importar quién esté o no allí— descubriremos que comienza a moldear, llenar y bendecir nuestras vidas.

Publicado originalmente en la columna “Christian Science Perspective” de “The Christian Science Monitor” el 30 de enero de 2024.

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