Un nuevo año. Una nueva casa o ubicación. Una nueva relación. O en la iglesia, la consideración de construir un nuevo edificio o remodelar o reducir el tamaño del actual. Todas estas son oportunidades maravillosas para reflexionar sobre el significado de la palabra nuevo.
No hace mucho, me sentí impulsada a orar por varias cosas en mi vida relacionadas con lo que podría ser el sentido correcto de lo nuevo. Quería discernir un concepto elevado de lo nuevo y del bien natural que se manifiesta a partir de la verdadera novedad espiritual. Al estudiar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana con este objetivo en mente, comencé a ver cómo Cristo Jesús diferenciaba entre el mero cambio y la novedad significativa, espiritual. He aprendido que esta novedad surge de una transformación en la consciencia más que de un reordenamiento de las circunstancias, la adquisición de cosas materiales o un mero giro en el enfoque que excluye la inspiración divina.
Recientemente, tuve que pensar sabiamente respecto a una nueva oportunidad comercial que surgió inesperadamente. Quedé tan deslumbrada por su potencial que se convirtió casi en una obsesión durante muchos días. Era emocionante, pero no tenía claro si era correcto. Sabía que necesitaba orar para obtener la guía de Dios, de la Mente divina.
Mientras lo hacía, recordé el trabajo de una colega que hace años enseñaba en una prestigiosa universidad. Era una pionera en la investigación de diferentes formas de aprendizaje, las formas en que asimilamos la información y nos relacionamos con ella. Una parte de su investigación mostró que la mente humana siempre buscará el nuevo objeto brillante. (Esto se entendía en el sentido más amplio, tanto literal como metafóricamente.) Aconsejó a personas y organizaciones —como aquella para la que yo trabajaba en ese momento— que fueran concientes de la naturaleza seductora de esta tendencia y no hicieran cambios simplemente porque ofrecían algo que era diferente y asumían que era mejor.
Al orar para discernir el sentido correcto de atracción frente a la seducción de algo “brillante” que podía estimular la emoción y el ajetreo pero que no representaba un progreso real, consideré este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “La disposición de llegar a ser como un niño y dejar lo viejo por lo nuevo, torna el pensamiento receptivo a la idea avanzada” (págs. 323-324). El título marginal cerca de esta declaración es “Receptividad como la de los niños”. Me recordó la necesidad de tener disposición, flexibilidad y obediencia cuando una idea proviene de la Mente divina.
Entonces me di cuenta de que el título marginal del párrafo que sigue a continuación es “El camino angosto”. Este párrafo incluye la instrucción “Está alerta, sé sobrio y vigilante”.
El consejo combinado en estos párrafos consecutivos me transmitió la necesidad de aplicar la influencia equilibrante del Cristo —el mensaje claro de la guía y el amor de Dios— para liberarme de cosas como la rigidez, el mero hábito y el temor a través de la enriquecedora receptividad propia de un niño, y de recibir con agrado el discernimiento, la discreción y la disciplina al estar atenta, ser sobria y vigilante.
Al investigar también los escritos de la Sra. Eddy, quien continuamente estaba atenta para escuchar la sabiduría divina y se movía con confianza en nuevas direcciones cuando Dios se lo indicaba, descubrí que una vez le respondió a un estudiante acerca de una traducción desconocida de la Biblia que él le había enviado: “... tal vez le sorprenda saber que no me gustan las cosas nuevas a menos que sean más espirituales que las viejas” (Mary Baker Eddy to William P. McKenzie, February 20, 1900; L13053, The Mary Baker Eddy Library; © The Mary Baker Eddy Collection). Aunque ella no se oponía a estudiar diferentes traducciones de la Biblia, su calificado comentario me pareció esclarecedor.
“Más espirituales que las viejas”. ¡Este estudio y oración en torno a estos conceptos fue muy útil para mí! Comprendí con una perspicacia más profunda que la definición más elevada de lo nuevo debe incluir una mayor espiritualidad. El cambio por sí mismo, o la adquisición de algo que puede parecer atractivo porque es diferente, no es necesariamente un progreso verdadero. Esta diferenciación desempeñó una función esencial en mi rechazo de la oportunidad comercial que inicialmente fue atractiva pero que finalmente no conducía a mi crecimiento espiritual.
También he pensado mucho en la iglesia y en la novedad. La instrucción de Jesús: “Nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan” (Lucas 5:37, 38), parece indicar que la novedad debe incluir una nueva visión de nosotros mismos como miembros de la iglesia, especialmente si se están considerando cambios externos. ¿Cómo estamos reflejando el discipulado individual y colectivo como seguidores de Jesús? Él instruyó a sus discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Entonces, ¿cuáles son algunas de las nuevas formas en que estamos llamados a demostrar esto en nuestra comunidad? ¿Y cómo se pueden satisfacer inteligentemente las cambiantes necesidades de la comunidad mediante cambios que podamos considerar?
He llegado a ver que lo “nuevo” para una iglesia puede no ser lo mismo que lo que ha funcionado bien para otra. Cada demostración debe emanar del renacimiento espiritual de una iglesia —el crecimiento espiritual constante y colectivo de una iglesia— antes de que pueda manifestarse en un cambio externo armonioso.
En la Nave’s Topical Bible la inclusión de la frase nueva criatura redirige al lector a la regeneración. ¡Qué mensaje! A través de una conciencia más profunda y la reflexión mediante la oración respecto a quiénes somos individual y colectivamente como miembros de la iglesia, el cambio impulsado espiritualmente comienza con nuestra propia regeneración, aunque sea en pequeños grados. El progreso se produce cuando las decisiones y los cambios de todo tipo comienzan con la regeneración espiritual.
La aparición de Jesús a sus discípulos en la playa de Galilea después de su resurrección brindó lo que me parece a mí es el modelo definitivo de novedad. Ciencia y Salud dice acerca de esta reunión: “Esta reunión espiritual con nuestro Señor, en el amanecer de una nueva luz, es el alimento matutino que los Científicos Cristianos conmemoran. Ellos se inclinan ante el Cristo, la Verdad, para recibir más de su reaparición y comulgar en silencio con el Principio divino, el Amor” (pág. 35).
Veo la “nueva luz” como una transformación de la consciencia. Ahora, cuando considero si algo nuevo es beneficioso, aplico las siguientes preguntas: ¿Trae esto frutos que son más espirituales que los viejos? ¿Se manifiesta el Cristo más plenamente a mi comprensión espiritual como resultado? ¿Trae una comunión más profunda con Dios?
Estas consideraciones sobre nuevas opciones y actividades son aleccionadoras. Inevitablemente, proporcionan renovada inspiración a nuestras vidas y a las vidas de los demás.