Un nuevo año. Una nueva casa o ubicación. Una nueva relación. O en la iglesia, la consideración de construir un nuevo edificio o remodelar o reducir el tamaño del actual. Todas estas son oportunidades maravillosas para reflexionar sobre el significado de la palabra nuevo.
No hace mucho, me sentí impulsada a orar por varias cosas en mi vida relacionadas con lo que podría ser el sentido correcto de lo nuevo. Quería discernir un concepto elevado de lo nuevo y del bien natural que se manifiesta a partir de la verdadera novedad espiritual. Al estudiar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana con este objetivo en mente, comencé a ver cómo Cristo Jesús diferenciaba entre el mero cambio y la novedad significativa, espiritual. He aprendido que esta novedad surge de una transformación en la consciencia más que de un reordenamiento de las circunstancias, la adquisición de cosas materiales o un mero giro en el enfoque que excluye la inspiración divina.
Recientemente, tuve que pensar sabiamente respecto a una nueva oportunidad comercial que surgió inesperadamente. Quedé tan deslumbrada por su potencial que se convirtió casi en una obsesión durante muchos días. Era emocionante, pero no tenía claro si era correcto. Sabía que necesitaba orar para obtener la guía de Dios, de la Mente divina.
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