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Para jóvenes

Cómo cambió mi vida la Ciencia Cristiana

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 11 de agosto de 2025


Durante mis años del bachillerato, no estaba interesado en aprender y no pensaba ni me importaba mi futuro. Solo pasaba un buen rato con amigos y practicaba mis deportes. Pero después de graduarme del bachillerato, me puse a pensar: “¿Y ahora qué hago?”.

Aproximadamente una semana después de graduarme, sin ninguna razón en particular que pueda recordar, comencé a leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy. Había oído hablar un poco de la Ciencia Cristiana, y mi padre tenía un ejemplar de Ciencia y Salud, así que decidí leerlo. 

Después de leer el primer capítulo, que trata sobre la oración, me vino la idea de estudiar ingeniería química en la universidad de mi ciudad, Arequipa, en Perú. Para ingresar a este programa, tenía que dar un examen y la tasa de aceptación era muy baja. Como no había sido un buen estudiante en la escuela, mis posibilidades de que me admitieran no eran altas. Y como no había aprendido mucho durante mis años escolares, ahora tenía que aprender en tres meses temas que normalmente requerían cinco años de bachillerato para dominar. 

De repente, estaba estudiando matemáticas, física y química de libros de texto que nunca antes había abierto. Leí y practiqué ejercicios de esos libros durante unas dieciséis horas al día. Estaba tan concentrado en mis estudios que me detenía solo para comer y dormir, y mi única otra actividad era continuar leyendo Ciencia y Salud. El libro está lleno de ideas espirituales que me daban una visión diferente de mí mismo, una mejor. Cada página que leía estaba llena de tesoros, y no quería renunciar a eso. Quería saber más acerca de Dios, de mí mismo, de la vida y de la perfección espiritual. Por primera vez, sentí que no estaba solo.

Mis padres se sorprendieron por mi repentino compromiso con todo este aprendizaje, pero no trataron de hacerme cambiar de opinión para estudiar algo más práctico para mí. Y después de esos tres meses de preparación para el examen, fui admitido en la universidad de ingeniería química.

Durante todo este tiempo, la primera línea de Ciencia y Salud se me quedó grabada: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” (pág. vii). Esto me enseñó que apoyarme en Dios significa que todo lo bueno y correcto es posible, y pude demostrarlo dominando muchísimo material en lo que parecía un tiempo increíblemente corto.

El éxito de mi preparación para el examen universitario y de todos mis años universitarios fue el resultado de obtener una mejor comprensión de Dios como Mente, como la inteligencia misma. Confiaba en la Mente divina cuando estudiaba y cuando daba los exámenes. También ayudé a mis compañeros a entender los temas. Cuanto más daba a los demás de esta manera, más bendecido me sentía.

La Ciencia Cristiana ha cambiado mi vida para bien. Me uní a una sociedad local de la Ciencia Cristiana y me convertí en miembro de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts. Tuve experiencias a lo largo de mis años universitarios en las que estudiar la Ciencia Cristiana me ayudó de maneras muy específicas. 

Esta experiencia me enseñó que la inteligencia no está en nuestro cerebro. Es una cualidad de Dios que todos reflejamos porque somos Sus hijos. También aprendí que cuando nos apoyamos en Dios, no hay nada que pueda detenernos.

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