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Cómo superar el “mostrar y contar” material

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 15 de septiembre de 2025


Con dos hijos en la escuela primaria, ha sido un viaje divertido al pasado para recordar muchas de las actividades escolares que suceden en esta etapa educativa: días llenos de actividad, ferias de libros, aprender las tablas de multiplicar, etc. Quizá el más icónico de dichos acontecimientos es el “mostrar y contar”. Cuando llegó el momento de que mi hija participara en esta actividad, comencé a reflexionar sobre esa frase a través de una lente espiritual.

Se me ocurrió que “mostrar y contar” es un juego que la mente mortal —una supuesta mente aparte de la Mente única e infinita, Dios— nos tienta a jugar. Nuestros cuerpos muestran y nos dicen muchas cosas que no son buenas. A menudo exponen imperfecciones o deformidades o informan que están adoloridos, enfermos, rígidos, viejos, etc. Aunque estas presentaciones pueden parecer convincentes, no tenemos que dejarnos engañar por ellas.

Al referirse a una visión del hombre como material —limitada y muy imperfecta—Mary Baker Eddy dice: “El mundo lo mantiene ante tu vista continuamente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 248). En efecto, es difícil sentarnos a mirar media hora de televisión o a pasar tiempo en el Internet sin ver numerosos ejemplos de este “mostrar y contar” orientados hacia la materia. Ya sea que veamos noticias de devastación y tragedia, fotos sensacionalistas o anuncios de remedios médicos que vienen con una larga lista de posibles efectos secundarios negativos, tenemos que estar atentos para ser “el portero a la puerta del pensamiento” (Ciencia y Salud, pág. 392) y  adherirnos al conocimiento de lo que es verdadero: Dios, el bien y Su creación perfectamente buena y totalmente espiritual, la cual nos incluye a cada uno de nosotros.

A veces, nosotros mismos podemos ser presentadores involuntarios de este falso “mostrar y contar”. Podemos quedar absortos en conversaciones con familiares, amigos o colegas que se centran en problemas, ansiedad, desconfianza, etc. Incluso un golpe en un dedo del pie o un corte con un papel pueden tentarnos a mostrárselo o contárselo a los demás. Necesitamos considerar si lo que escuchamos o vemos, así como lo que pensamos y decimos, proviene de la Mente divina, que conoce y expresa solo el bien.

A medida que profundizaba mi investigación, el siguiente paso natural era ver lo que la Biblia tenía que decir sobre “mostrar y contar”. Contiene numerosas referencias a Dios “mostrando” Su poder y misericordia. Y muchos escritores bíblicos le piden a Dios que les muestre Sus caminos. En Deuteronomio leemos: “Oh Señor Dios, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza” (3:24, LBLA). Y el libro de Jeremías dice: “El Señor tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer” (42:3, LBLA). 

Los “relatos” que transmite la Biblia son demasiados como para contarlos. Algunos de los más preciosos son los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas, el Padre Nuestro y las obras sanadoras de Cristo Jesús. De hecho, Jesús nos proporcionó dos de las mejores y más esclarecedoras presentaciones de “mostrar y contar”: la alimentación de miles de personas con una pequeña cantidad de comida. 

Según Mateo 15:32-38, por ejemplo, después de predicarles y no querer despedir a las multitudes hambrientas, Jesús preguntó a sus discípulos cuánta comida tenían a mano. Respondieron que solo tenían unos pocos pececillos y siete panes. Si Jesús hubiera estado convencido de la realidad de la situación que describían sus discípulos, habría sido imposible alimentar a más de unos pocos de los presentes. Sin embargo, Jesús, que comprendía que la verdadera sustancia proviene de Dios, el Espíritu, y por lo tanto es espiritual e ilimitada, no aceptó la imagen de carencia frente a la necesidad. En cambio, dio gracias por lo que tenían e indicó a los discípulos que lo distribuyeran. Contrariamente a las supuestas leyes materiales y a las suposiciones humanas, “cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” tuvieron mucho para comer, ¡y después sobraron siete canastas de comida!  

Aunque a Jesús se le había presentado un panorama sombrío, no se dejó engañar como para creerlo. Seguramente sabía que nuestro Padre-Madre Dios no permite que falte nada correcto y bueno, sino que satisface todas las necesidades con abundancia. 

Ciencia y Salud recomienda una perspectiva que Jesús vivió a la perfección: “No permitas que nada sino Su semejanza more en tu pensamiento” (pág. 495). Cualquiera fuera el cuadro que presentara alguna situación mala —pecado, enfermedad, carencia, etc. — Jesús siempre reconoció solo la verdad espiritual de que el hombre, que Dios creó a Su imagen, está eternamente gobernado y sostenido por Dios. La omnipotencia de Dios jamás está limitada ni en pausa.

Qué diferencia tan radical entre los hechos espirituales que Dios nos muestra y el espejismo que presentan los sentidos físicos. En esencia, el factor determinante para confiar o no en la veracidad del “mostrar y contar” del momento se puede encontrar en su fuente. Si Dios no está detrás del “mostrar y contar”, jamás debemos aceptarlo como verdad.

A medida que continuamos estudiando lo que enseña la Ciencia Cristiana y confiamos únicamente en lo que Dios nos revela, podemos estar cada vez más cerca de superar toda necesidad de ser presentadores o participantes en un “mostrar y contar” material.

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