Con dos hijos en la escuela primaria, ha sido un viaje divertido al pasado para recordar muchas de las actividades escolares que suceden en esta etapa educativa: días llenos de actividad, ferias de libros, aprender las tablas de multiplicar, etc. Quizá el más icónico de dichos acontecimientos es el “mostrar y contar”. Cuando llegó el momento de que mi hija participara en esta actividad, comencé a reflexionar sobre esa frase a través de una lente espiritual.
Se me ocurrió que “mostrar y contar” es un juego que la mente mortal —una supuesta mente aparte de la Mente única e infinita, Dios— nos tienta a jugar. Nuestros cuerpos muestran y nos dicen muchas cosas que no son buenas. A menudo exponen imperfecciones o deformidades o informan que están adoloridos, enfermos, rígidos, viejos, etc. Aunque estas presentaciones pueden parecer convincentes, no tenemos que dejarnos engañar por ellas.
Al referirse a una visión del hombre como material —limitada y muy imperfecta—Mary Baker Eddy dice: “El mundo lo mantiene ante tu vista continuamente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 248). En efecto, es difícil sentarnos a mirar media hora de televisión o a pasar tiempo en el Internet sin ver numerosos ejemplos de este “mostrar y contar” orientados hacia la materia. Ya sea que veamos noticias de devastación y tragedia, fotos sensacionalistas o anuncios de remedios médicos que vienen con una larga lista de posibles efectos secundarios negativos, tenemos que estar atentos para ser “el portero a la puerta del pensamiento” (Ciencia y Salud, pág. 392) y adherirnos al conocimiento de lo que es verdadero: Dios, el bien y Su creación perfectamente buena y totalmente espiritual, la cual nos incluye a cada uno de nosotros.