En 2014, mi hermano y yo heredamos un departamento que había pertenecido a nuestra madre. Decidimos venderlo y nos pusimos en contacto con una agencia inmobiliaria. Sin embargo, Argentina estaba pasando por una crisis financiera en ese momento y era muy difícil vender una propiedad aquí. Así que incluso después de un año en el mercado, el departamento no se había vendido.
Fue entonces cuando conocí a una Científica Cristiana a través de un amigo en común. Yo era bastante reacio a todo lo religioso; para mí Dios estaba muy distante. Pero cuando esta mujer comenzó a hablarme de la Ciencia Cristiana, me interesé. Le conté sobre el departamento que no habíamos podido vender, y ella me dio un versículo de la Biblia para que leyera: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas” (Isaías 54:2). Esto me inspiró a expandir mi conocimiento de Dios.
Mi nueva amiga se ofreció a orar por la situación de la propiedad. Aunque era escéptico, me impresionó su confianza en Dios, así que acepté la oferta.