Cada mañana, trato de orar enfocándome en Dios, el bien, y en lo que es verdad acerca de mí y el mundo. Hace unos días, me desperté con la repetición de esta línea del Padre Nuestro como si me hablaran: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). Vino con tanta fuerza que no pude pasarla por alto. Parecía ser el mensaje que necesitaba recordar: que mi propósito es hacer lo que Dios me guía a hacer.
Al comenzar mi día, me di cuenta de que este mensaje se aplicaba a mi trabajo. Me había estado sintiendo desanimada e incluso abrumada por las diferentes tareas con las que estaba lidiando. Con todo el trabajo que había que hacer, sentía que no tenía suficiente tiempo para orar.
Como estudiante de la Ciencia Cristiana, me encanta leer y estudiar la Santa Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, de Mary Baker Eddy. La orientación que recibo cada vez que reflexiono sobre estos libros me ayuda a encontrar respuestas motivantes; algunas de las cuales me inspiran incluso mientras descanso. Así que cuando literalmente me despertó el mensaje “Hágase tu voluntad”, me sentí increíblemente agradecida de escuchar lo que Dios quería que hiciera. Para mí significaba “¡Detente!” —Deja de preocuparte, temer y dudar de ti misma.