Desde que comencé el estudio de la Ciencia Cristiana en mis primeros años de Escuela Dominical, disfruto ponerla en práctica a las situaciones de la vida cotidiana. La Ciencia Cristiana me ha enseñado el amor y el cuidado de Dios para con todos Sus hijos. He sido testigo de esta verdad en diferentes ocasiones en mi vida.
Por ejemplo, recientemente vi la manera en que el cuidado siempre presente de Dios nos ayuda a experimentar orden y armonía. Soy profesora de nivel inicial y trabajo en equipo con otras colegas en una Escuela. Un día, inesperadamente, se suscitó una discusión entre dos compañeras por una situación laboral en la cual me vi involucrada. Una de ellas tenía expectativas diferentes sobre mi papel en esta situación en particular. No había actuado como a ella le hubiera gustado. Me sorprendió que me cuestionara y traté de explicarme. Mientras tanto, en mis pensamientos declaraba que Dios estaba con nosotras y que ninguna estaba separada de Su amor.
Horas más tarde, en casa, tuve fuertes puntadas en el pecho izquierdo, por lo que no podía permanecer sentada ni parada ni en ninguna posición. Sentí temor y mi corazón comenzó a acelerarse. Mi esposo, que también estudia la Ciencia Cristiana y ha comprobado el poder de Dios en su experiencia diaria, me dijo: “¿Qué estás aceptando?”.