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La amistad y la relación de trabajo son restauradas

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 30 de junio de 2025

Original en español


Desde que comencé el estudio de la Ciencia Cristiana en mis primeros años de Escuela Dominical, disfruto ponerla en práctica a las situaciones de la vida cotidiana. La Ciencia Cristiana me ha enseñado el amor y el cuidado de Dios para con todos Sus hijos. He sido testigo de esta verdad en diferentes ocasiones en mi vida.

Por ejemplo, recientemente vi la manera en que el cuidado siempre presente de Dios nos ayuda a experimentar orden y armonía. Soy profesora de nivel inicial y trabajo en equipo con otras colegas en una Escuela. Un día, inesperadamente, se suscitó una discusión entre dos compañeras por una situación laboral en la cual me vi involucrada. Una de ellas tenía expectativas diferentes sobre mi papel en esta situación en particular. No había actuado como a ella le hubiera gustado. Me sorprendió que me cuestionara y traté de explicarme. Mientras tanto, en mis pensamientos declaraba que Dios estaba con nosotras y que ninguna estaba separada de Su amor.

Horas más tarde, en casa, tuve fuertes puntadas en el pecho izquierdo, por lo que no podía permanecer sentada ni parada ni en ninguna posición. Sentí temor y mi corazón comenzó a acelerarse. Mi esposo, que también estudia la Ciencia Cristiana y ha comprobado el poder de Dios en su experiencia diaria, me dijo: “¿Qué estás aceptando?”.

Su pregunta me hizo darme cuenta de que me estaba engañando una mentira, porque sabía que Dios no era el autor de la enfermedad, el dolor o la desarmonía. Entonces comencé a orar con más fervor, apoyándome en las afirmaciones de la verdad que se encuentran en la página 468 del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy. Esta página incluye “la declaración científica del ser”: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual”.

Minutos después, al sentir algo de la verdad de esta declaración, pude descansar. Durante la noche, cada vez que me despertaba y sentía una leve molestia, declaraba que Dios es Espíritu y perfecto y que yo reflejo esa perfección divina. Sentía que había actuado correctamente en la situación laboral y no podía haber ninguna consecuencia negativa por hacer lo correcto.

De camino al trabajo, al día siguiente, seguí orando, reconociendo que iba a encontrarme con la hija de Dios, porque esa era la verdadera identidad de mi colega como imagen de Dios, como dice la Biblia. Al verla de esta manera, no me sentí enojada con ella. En cambio, me vino al pensamiento este pasaje de Proverbios: “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia" (17:17).

Cuando estaba llegando, comenzaron nuevamente las fuertes puntadas en el mismo lugar, así que pedí ayuda por medio de la oración a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella oró muy amorosamente por mí y me ayudó a entender que la aparente molestia era irreal porque era desconocida para Dios; que no podía estar herida porque Dios es el único poder o influencia; y que lo único que podía sentir era la paz de Dios dondequiera que estuviera. Al comprender esto, todo el miedo desapareció, y también el dolor, inmediatamente. Y no ha vuelto.

Cuando entré a mi lugar de trabajo y me encontré con mi compañera, sentí un profundo amor por ella. Cuando me vio, me saludó con mucho cariño, y hablamos naturalmente. Esta experiencia me ayudó a entender que jamás había sido herida por nadie. Nuestra relación laboral sigue siendo armoniosa y disfrutamos trabajando en equipo, lo que también ha fortalecido nuestra amistad.

Esta fue otra oportunidad para comprobar el cuidado amoroso de Dios por nosotros y confiar en que Él siempre responde a nuestras oraciones.

Marisa Mónica Minatta
Buenos Aires, Argentina

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