Cada trocito de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, tiene infinitas profundidades de inspiración y aplicación práctica, pero para mí es siempre un placer cuando algo que he comprendido y amado en cierto nivel adquiere un nuevo significado, y se infunde una poderosa motivación en mi trabajo de curación.
Se pueden aprender innumerables lecciones espirituales de cómo interpretamos el mundo que nos rodea. Por ejemplo, ¿tomamos las cosas tal como son, o profundizamos para comprender la inteligencia divina, la Mente que es Dios? Ciencia y Salud explica: “El Principio divino del universo debe interpretar el universo. Dios es el Principio divino de todo lo que Lo representa y de todo lo que realmente existe. Sólo la Ciencia Cristiana, como la demostró Jesús, revela el Principio divino y natural de la Ciencia” (pág. 272).
La traducción científica de la mente mortal —la supuesta mentalidad que parece operar separadamente de Dios y en oposición a Él— nos lleva a percibir más claramente el autoconocimiento omnisciente de la Mente inmortal. No obstante, esta comprensión espiritual se produce gradualmente.
Uno de esos momentos de claridad sobre este tema me llegó cuando estaba sentada junto a una piscina al aire libre leyendo lo siguiente en las páginas 115-116 de Ciencia y Salud:
Traducción científica de la mente mortal
Primer Grado: Depravación.
Físico. Creencias malas, pasiones y apetitos, temor, voluntad depravada, justificación propia, orgullo, envidia, engaño, odio, venganza, pecado, enfermedad, malestar, muerte. [Título marginal: La irrealidad]
Segundo Grado: Las creencias malas desapareciendo.
Moral. Humanidad, honradez, afecto, compasión, esperanza, fe, mansedumbre, templanza. [Título marginal: Cualidades de transición]
Tercer Grado: Comprensión.
Espiritual. Sabiduría, pureza, comprensión espiritual, poder espiritual, amor, salud, santidad. [Título marginal: La realidad]
Al hacer una pausa para considerar más profundamente lo que significa “traducir” científicamente la mente mortal, mis ojos fueron atraídos por una pelota luminosa de color azul verdoso que flotaba suavemente en la superficie de la piscina. Justo debajo de esta, su reflejo verde azulado se movía junto con ella. Entonces me di cuenta de que en el fondo de la piscina había una sombra que también se movía en relación con la pelota. Pero la sombra no la tocaba y no era una representación precisa de ella; de hecho, debido al ángulo del sol, era larga y distorsionada.
Ahora bien, por supuesto que las metáforas y analogías son limitadas, pero de repente tuve esta vislumbre de que la pelota era lo único real en esta representación. Para mí, representaba el tercer grado, la “comprensión” y la “realidad”. La imagen reflejada de la pelota en el agua podía simbolizar el segundo grado, “las creencias malas desapareciendo” y las “cualidades de transición”. Tenía color, forma y contorno, aunque no poseía la solidez y el dinamismo del original.
Y lo único que la sombra en el fondo de la piscina —que simbolizaba la “depravación” y la “irrealidad”— podía decirme era que la pelota existía, pero nada más. La sombra no era algo que se pudiera explorar o por lo cual preocuparse. No necesitaba vaciar la piscina para pintar la pelota o ponerme unas gafas y sumergirme y tratar de hacer una imagen precisa de esta.
Me di cuenta de con cuánta frecuencia somos tentados a obsesionarnos con la “sombra”, que se manifiesta como algún problema material —ya sea una enfermedad grave, una debilidad personal, falta de comunicación en una relación, un desafío económico o una situación mundial amenazante— y luego orar para tratar de que desaparezca o mejore. Sin embargo, lo que realmente tenemos que hacer es traducirlo del primer grado (la irrealidad) al tercer grado (la realidad).
Comencé a reflexionar sobre un ejemplo de la Biblia de dicha traducción científica. Por ejemplo, cuando el profeta Eliseo está en Dotán rodeado por el ejército sirio, mientras que su criado solo puede ver el peligro y la destrucción inminente, Eliseo puede ver los caballos y los carros de fuego, la envolvente presencia de Dios, alrededor de la ciudad. Eliseo fue capaz de percibir espiritualmente el tercer grado del poder espiritual y el amor, allí mismo donde parecía estar el primer grado de temor, odio y muerte. Esto permitió que se viera el segundo grado de la desaparición “de las malas creencias” cuando Eliseo alejó al ejército sirio de Dotán (se podría decir con compasión, ya que se les perdonó la vida) e instruyó al rey de Israel para que los alimentara y los enviara de regreso a Siria.
Al pensar en esto, vi que la única información que la sombra, o el sentido más distorsionado de la Vida, tiene para decirnos es que lo real —su opuesto— está allí mismo, y que necesitamos buscar y volver a enfocarnos en el Espíritu, Dios, como Todo y en el hombre como la representación perfecta de Dios. También es muy reconfortante saber que la representación exacta está necesariamente allí mismo, y se hace visible cuando recordamos sin temor alguno que la sombra no tiene verdadera sustancia con la que luchar contra nosotros.
Desde entonces, he aplicado estas verdades de muchas maneras. Mediante la oración y la comunión con Dios, traduje la evidencia del rechazo humano del primer grado de alguien hacia mí, al deleite del tercer grado del Padre-Madre Dios en mí y en cada una de Sus propias expresiones infinitas. Poco después, el segundo grado apareció como una relación cálida y amorosa.
Cuando me enfrenté con la evidencia del primer grado de haber perdido un equipo valioso, mis oraciones me llevaron a reflexionar sobre la autocontención infinita del tercer grado de la Mente, y el retorno del equipo al segundo grado llegó rápidamente a través de una creativa expresión de sabiduría.
Y cuando hice frente a lo que varios testigos y un veterinario que habían sido llamados dijeron que era el casco partido de un caballo, oré para ver la naturaleza sin costuras de un Dios infinito, el bien, del tercer grado. El ajuste del segundo grado fue un nuevo examen que realizó el veterinario una hora más tarde que no reveló ninguna grieta en el casco.
Si bien estas expresiones de armonía del segundo grado fueron gratificantes, mi mayor regocijo fue ver más claramente cómo la desarmonía desaparece naturalmente al tener conciencia de la realidad espiritual, de la armonía perfecta y omnipresente allí mismo, al alcance de la mano.
Esa conciencia nos lleva a esta traducción en la página 115 de Ciencia y Salud:
Traducción científica de la Mente inmortal
Dios: El Principio, la Vida, la Verdad, el Amor, el Alma, el Espíritu, la Mente —divinos—.
Hombre: La idea espiritual de Dios, individual, perfecta, eterna.
Idea: Una imagen en la Mente; el objeto inmediato de la comprensión. — Webster.
La Biblia dice: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1.° Corintios 13:12). Cuando dejamos que la Mente sea Todo para nosotros, entonces lo que sabemos es un reflejo de lo que la Mente sabe. No se trata tanto de hacer un ejercicio de traducción, sino de pensar naturalmente en el lenguaje del Espíritu. Verdaderamente, no puede haber incertidumbre o confusión en la Mente o en el hombre. A medida que cedemos a la interpretación que la Mente tiene de sí misma, experimentamos la inmediatez de conocernos tal como la Mente nos conoce, y las preguntas comienzan a desaparecer, porque la Mente conoce su propia totalidad.