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La quietud y el escuchar la voz de Dios

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 5 de mayo de 2025


A veces, cuando enfrentamos un problema, parece como si nuestros pensamientos estuvieran corriendo; saltando entre el por qué, el cuándo y el dónde, y esbozando cuál debería ser la solución y cómo debería ocurrir. A menudo, las conversaciones y los sentimientos se repiten una y otra vez en nuestra cabeza hasta que nos agotamos. Sin embargo, con frecuencia, eso también ocurre cuando hay un gran avance: cuando nos damos cuenta de que necesitamos callar y orar, y escuchar lo que Dios nos está diciendo.

Cristo Jesús enseñó a sus discípulos cómo hacerlo. Él dijo: “Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Este aposento es donde nos comunicamos con Dios, el bien. Es un lugar espiritualmente mental donde el clamor y el ajetreo de la vida se calman, aunque sea por unos momentos, y sentimos la presencia de Dios y escuchamos Su voz. Incluso si estamos físicamente activos, estamos mentalmente quietos, al escuchar divinamente, espiritualmente alertas. Este aposento espiritual es un refugio sagrado donde estamos en comunión con Dios como lo hizo Jacob, cara a cara (véase Génesis 32:24-30). 

Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, explica: “El aposento simboliza el santuario del Espíritu, …” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 15). 

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