Se podría decir que enfrentamos un gran problema en la vida: la escasez.
Eso no significa que el único problema al que nos enfrentemos sea la falta de fondos o bienes. Mucho de lo que es problemático se puede definir en términos de lo que parece que no tenemos. Si estamos enfermos, carecemos de salud. Si la vida es injusta, falta la justicia. ¿Nos sentimos solos en la vida? Entonces nos falta compañía.
Sin embargo, desde un punto de vista espiritual, cada uno de ellos puede reconocerse como una aparente ausencia de algo que jamás nos puede faltar, a saber, la presencia de Dios en nuestras vidas. Y todo aspecto de la vida que es eminentemente deseable —la salud, la justicia, el afecto, etc.— es un atributo de Dios, el Espíritu. Estos son tesoros espirituales eternos que nos pertenecen para siempre en nuestra relación con Dios como Su descendencia espiritual.