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Nuestra unidad con Dios

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 1º de septiembre de 2025


Son las cosas complejas de la vida las que tal vez a veces nos hagan preguntarnos por qué parece tan difícil sentir la presencia de Dios. En tiempos de un matrimonio discordante, dolencia, enfermedad mental, luchas financieras, agitación mundial, podemos sentirnos lejos de Dios. ¿Cómo podemos liberarnos de este sentimiento?  

Lo primero que se necesita es establecer una comprensión más clara de Dios y nuestra unidad espiritual con Él. La Ciencia Cristiana enseña que Dios hizo todo lo que fue hecho, espiritual, y era bueno. Esto nos incluye en nuestra verdadera individualidad como hombre (hombre y mujer), hechos a imagen y semejanza de Dios como se enseña en Génesis 1:26, 27.  

El hombre es por siempre uno con Dios, inseparable de Él. Comprender esto nos ayuda a darnos cuenta de que el fundamento de nuestras vidas es Dios, el bien. Nuestra verdadera singularidad, o unidad, con Dios, es lo que nos permite escuchar la voz de Dios, seguir Sus instrucciones y ser guiados, cuando recurrimos a Él en silencio para orar y escuchar calladamente.  

La oración es estar en comunión con Dios. Nuestras oraciones abren la puerta de nuestro pensamiento para ayudarnos a comprender mejor nuestra relación con Él, nuestra unidad con Él. En la quietud de estas oraciones, comenzamos a sentir y a conocer la totalidad de Dios, el Amor divino y Su amor completo y total por nosotros. Él llena todo el espacio. En la totalidad de la poderosa presencia de Dios, no podemos sentir miedo. No hay lugar para ningún mal. En esta totalidad sólo hay armonía. Nuestra unión con Dios incluye solo el bien, ya que Dios solo es bueno.  

Cristo Jesús nos da el modelo de nuestra unidad con Dios cuando dijo: “Yo y mi Padre uno somos” (Juan 10:30, KJV). Comprender nuestra unidad con Dios —el tipo de unidad que Jesús experimentó— es posible para ti y para mí. ¿Qué significa ser uno con nuestro Padre, Dios? Significa ser uno con Dios en perfecta reflexión. Así como nuestro reflejo aparece en el espejo cuando caminamos frente a él, así somos, por ser la imagen de Dios, el reflejo inmediato del Amor divino, por siempre uno con Él. Significa sentir Su amorosa presencia cuando enfrentamos discordia; experimentar Su poder, el poder que destruye incluso la enfermedad, como Jesús lo demostró. Significa estar rodeado de la gracia protectora del Amor.   

Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, enfatiza la unidad del hombre con Dios como un punto fundamental en sus escritos. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, señala: “Así como una gota de agua es una con el océano, un rayo de luz uno con el sol, así Dios y el hombre, Padre e hijo, son uno en el ser. Las Escrituras dicen: ‘Porque en Él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser’” (pág. 361).

La resistencia a estas verdades fundamentales de la unidad aparentemente nublaría nuestro sentido espiritual. Pero la luz del Cristo, la Verdad, disuelve las sugestiones agresivas de temor de la mente carnal. Ningún mal puede resistir la presencia del Cristo sanador y renovador, que está dentro de cada uno de nosotros, y que vemos y sentimos cuando somos humildemente receptivos a él.  

La Sra. Eddy escribe: “Jesús demostró a Cristo; probó que Cristo es la divina idea de Dios —el Espíritu Santo, o Consolador, que revela el Principio divino, el Amor, y con­duce a toda la verdad—” (Ciencia y Salud, pág. 332). Somos guiados hacia toda la verdad, a medida que comprendemos nuestra unidad con Dios. Reitero, la verdad de nuestra unidad con Dios es poderosa y sanadora. 

Una amiga mía puso en práctica su comprensión de su unidad con Dios cuando fue sanada de lo que parecían ser costillas rotas. Había escuchado que este tipo de lesión a menudo podía tardar unas seis semanas en sanar. Ella oró, conociendo constantemente la realidad de su unidad con Dios, el bien. Se dio cuenta de que debido a esta unidad no necesitaba aceptar ese plazo de tiempo ni nada más sobre la aparente condición. Ella comprendió, a través de su estudio de la Ciencia Cristiana, que su unión con Dios está en tiempo presente, aquí y ahora. En dos semanas estaba libre de todo dolor y completamente sanada.   

Todos los que estudian la Ciencia Cristiana aprenden acerca de esta unidad de Dios y Su creación espiritual, el hombre. No obstante, a veces podemos ser engañados para apoyarnos más en nosotros mismos que en Dios, como si estuviéramos separados de Él. Este enfoque tiende a ocultarnos la armonía de la verdadera creación, debido a esta suposición de que hay una separación entre Dios y Su expresión, el hombre. La autosuficiencia humana no es la ley de Dios. Es una supuesta tendencia de la creencia mortal y es peligrosa para nuestro propio progreso espiritual. Para remediar esto, la Biblia nos enseña a volvernos a Dios en busca de dirección: “Enséñame, oh Señor, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre” (Salmo 86:11, LBLA). 

La unidad del hombre con Dios es interminable. Nuestra comprensión de esta inseparabilidad divina es aplicable a todos los aspectos de nuestras vidas. Trae curación, redención, renovación. Entonces espiritualmente sentimos y comprendemos aún más que nosotros mismos somos uno con Dios, el Amor divino. Esta verdad impregna nuestro ser y nuestro proceder. Es nuestra salvación.  

La unidad con Dios es la verdad de cada uno de nosotros. Es universal. Está al alcance de todos, aquí y ahora. 

Lynn G. Jackson
Escritora de Editorial Invitada   

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