Todas las mañanas oro por mí y por el mundo. Ni bien me despierto, digo la “Oración Diaria” del Manual de La Iglesia Madre, escrito por Mary Baker Eddy: “‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y los gobierne!” (pág. 41).
Entonces a menudo razono así: Si el reino de la Vida, la Verdad y el Amor está establecido en mí, también está establecido en el mundo, porque Dios es Vida, Verdad y Amor y es Todo-en-todo. Por lo tanto, no hay lugar que Dios, la Vida infinita, no llene. No hay mentiras, ni traiciones, ni guerras, ni estratagemas que la Verdad infinita no destruya. No hay odio que el Amor infinito no disuelva.
El reino de la Vida, la Verdad y el Amor ya está establecido como la realidad espiritual: la única realidad. Cuando digo, “quita de mí todo pecado”, le estoy pidiendo a Dios que quite de mí todo concepto erróneo, toda niebla u oscuridad que no me deje ver la luz de la Verdad. De esta forma, la Palabra de Dios gobierna mi pensamiento, eliminando la duda, la tristeza, la ignorancia y la apatía.