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Buenas Noticias

¿Quién, yo? ¿Escribir para las publicaciones periódicas?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de abril de 2025

Del número de enero de 2021 de The Christian Science Journal


Clase de redacción 101 de primer año. Escrito de diez páginas a entregar cada semana por todo un trimestre. ¡Una pesadilla para mí! Empezaba el domingo por la noche, trabajaba en el escrito toda la semana y apenas llegaba a la fecha límite del viernes. Cuando me devolvían los papeles, a menudo me quedaba llorando. Cada uno de ellos tenía una calificación de C, y cada uno estaba generosamente decorado con marcas, comentarios y sugerencias de color rojo brillante. 

Avancemos rápidamente a mi último año, cerca de la graduación. Hice una lista ordenada de todas las cosas que me encantaría hacer con mi vida. Lo último en la lista era “recolectar basura”. Después de hacer una pausa por un momento, agregué debajo de eso, “escribir”.

Bueno, con tal aversión a escribir, podría haberme sentido justificada por encontrar otras formas de servir a la iglesia. Sin embargo, amaba profundamente las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Se habían convertido en mis amigas de confianza, siempre renovadas, siempre disponibles. A menudo, un artículo transformaba mi pensamiento de desaliento o depresión en dulce gratitud. Siempre parecían tener la inspiración nueva adecuada y las ideas prácticas para ayudarme a seguir creciendo espiritualmente. 

A veces proporcionaban reproches necesarios o ponían al descubierto áreas ocultas listas para ser sanadas. Definitivamente hacían que mi pensamiento se apartara de las preocupaciones personales y se volviera a los problemas mundiales. Eran voces sanadoras y poderosas de la Verdad y, a menudo, un reconfortante abrazo.

Pensé que si podía escribir una carta para consolar o animar a un amigo, entonces podía escribir algo para nuestras publicaciones periódicas.

En el Manual de La Iglesia Madre, leí la declaración de Mary Baker Eddy de que las publicaciones periódicas se deben mantener “a la altura de la época” (pág. 44). Seguramente eso requeriría una amplia variedad de voces con contribuciones novedosas y actuales de todo el mundo. 

Y en Escritos Misceláneos 1883-1896, la Sra. Eddy dice: “Si mis propios alumnos no disponen de tiempo para escribir a Dios —cuando se dirijan a mí, podré enviarle esas cartas a Él como nuestro Padre común, por intermedio del The Christian Science Journal, cumpliendo así con la obligación moral que tienen de proporcionar algún material de lectura para el órgano de nuestra religión. Pienso que si meditaran sobre la misión universal que el Amor divino nos ha confiado en favor de la sufriente raza humana, contribuirían con más frecuencia a las páginas de este veloz vehículo del pensamiento científico; porque llega a manos de gran número de sinceros lectores, y de buscadores de la Verdad” (págs. 155-156).

Razoné que cualquiera realmente puede escribir. Si yo podía escribir una carta para consolar o animar a un amigo, o para expresar aprecio o gratitud, entonces podía escribir algo para nuestras publicaciones periódicas. Cada uno de nosotros tiene una voz distintivamente individual y un conjunto único de experiencias de vida y curaciones que pueden apoyar y alentar a otros si estamos dispuestos a compartirlas. 

El amor abrirá el camino para comunicar nuestra inspiración y frutos. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy escribe: “El Amor inspira, ilumina, designa y va adelante en el camino. Los motivos rectos dan alas al pensamiento, y fuerza y soltura a la palabra y a la acción” (pág. 454).

Empecé a escribir cuando mis dos hijas eran pequeñas. Acababa de terminar un período como Primera Lectora en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y tenía el profundo deseo de compartir la Ciencia Cristiana más ampliamente. Pude encontrar a quien cuidara de las niñas dos mañanas a la semana para poder reservar un par de horas a fin de estudiar más profundamente y orar. 

Al comenzar estas preciosas sesiones, comenzaron a llegar ideas para artículos. Esto era lo último que hubiera esperado o elegido, pero llegaron; a veces completas con títulos, experiencias de curación y verdades espirituales relevantes. Me sentí impulsada a escribirlas. Así comenzó un flujo regular de contribuciones a las publicaciones periódicas durante varios años. Me pareció una forma alegre y satisfactoria de compartir la Ciencia Cristiana. 

Para mí, escribir para las publicaciones periódicas requirió escribir desde lo más profundo de un corazón honesto. Era escuchar y obedecer con un bolígrafo en mano. Surgió de un profundo amor por la Ciencia Cristiana, un amor por los demás y un compromiso voluntario de tiempo. A menudo pensaba en la declaración de Cristo Jesús: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30). Y la afirmación de Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). 

¿Fueron todos mis artículos aceptados de inmediato? ¡De ninguna manera! Fue un proceso de aprendizaje.

¿Fue un trabajo sin esfuerzo? ¡No! ¿Fueron todos mis artículos aceptados de inmediato? ¡De ninguna manera! Fue un proceso de aprendizaje. El primer artículo que presenté fue básicamente una colección de toda mi mejor inspiración adherida a un testimonio de curación. Por supuesto que eso no funcionó. Tuve que aprender a elegir una idea clara como foco central de todo el artículo y desarrollarla en profundidad. Y tuve que aprender a evitar la jerga y a escribir en un lenguaje que fuera accesible para cualquier lector, especialmente para el recién llegado a la Ciencia Cristiana.

¿Fue decepcionante recibir un “No, gracias” o “Necesita una revisión sustancial”? Por supuesto que sí, ¡y también una lección de humildad! Por lo general, tenía que dejar a un lado un escrito devuelto hasta que pudiera pedirle a Dios que me mostrara el siguiente paso correcto. Descubrí que el orgullo o la justificación propia era una manta mojada que apagaba el fuego de la inspiración. Cuando estuve lista para escuchar a Dios y trabajar humildemente con las sugerencias de los redactores, el resultado fue un artículo más poderoso. 

Cuando un artículo no era aceptado, aún así obtenía una gran recompensa por hacer este trabajo. A veces era necesario que yo misma aclarara y comprendiera mejor el tema del artículo. Cada uno de ellos me hacía crecer en comprensión, así como en gracia, paciencia y mansedumbre. 

A veces mi recompensa era simplemente un sentimiento abrumador de la bondad, la abundancia y el amor de Dios. Con esa sensación, poco importaba lo que sucediera después del artículo. Seguir obedientemente la dirección de Dios mantenía abierta la puerta de la inspiración, y yo, por lo general, tenía nuevos temas esperándome. Cuando tenía en cuenta que hacía este trabajo para Dios, encontraba grandes bendiciones, tanto si un artículo era aceptado o no.

Podemos escribir, incluso si es lo último que pensamos que podemos o queremos hacer. Cuando el amor a Dios y a nuestro prójimo en todo el mundo nos inspira a dedicar tiempo para escuchar ideas, esos mensajes angelicales llegan. Entonces podemos ser parte de la fiesta de bendiciones que viene a través de las publicaciones periódicas para consolar y sanar los corazones receptivos de todo el mundo. ¡La humanidad está esperando que un amigo comparta un vaso de agua fría!

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