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Recibimos con agrado a todos

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 24 de febrero de 2025


¿Eres un Ananías o un Bernabé?

En el capítulo 9 del libro Hechos de los Apóstoles en la Biblia, Saulo va de camino a Damasco para arrestar y llevar de vuelta a Jerusalén a cualquiera que profese lo que ahora llamamos cristianismo. Saulo era una figura temida para los seguidores de Jesús. Los cristianos de Damasco estaban al tanto de su odiosa misión y sabían que venía. Pero al acercarse a Damasco, fue cegado por la luz del Cristo. Literalmente. Sus compañeros de viaje lo llevaron el resto del camino hasta Damasco.

Mientras tanto, Ananías, un cristiano que vivía en Damasco, tuvo una visión de Dios. En ella, se le dijo: “Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora” (versículo 11).  

Me imagino la vacilación de Ananías: “Dios, ¿estás seguro?”. La Biblia dice que él respondió: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén” (versículo 13). Pero él obedeció: “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (versículo 17).

Saulo fue sanado. De hecho, su vida cambió al punto de tomar un nuevo nombre, Pablo. Inmediatamente comenzó a predicar, pública y ampliamente, lo que Cristo Jesús enseñó. Esto lo convirtió en un blanco. Escapó de asesinos en Damasco y regresó a Jerusalén.

Pero los discípulos de allí al principio lo rechazaron. Ellos sabían lo que había hecho y no querían creer que se había convertido. Fue necesario que otro miembro de la iglesia, Bernabé, explicara la conversión de Pablo a los otros cristianos, les contara que había predicado en Damasco y los convenciera de que realmente había cambiado de opinión.

¿Qué hubiera ocurrido si ni Ananías ni Bernabé hubieran acogido y apoyado a Pablo? En el pasado, había sido muy despiadado con los cristianos. Esa persona habría sido peligrosa y no merecedora de una bienvenida. No obstante, Ananías y Bernabé aceptaron a Pablo con su cambio de opinión. Esto lo ayudó a convertirse en uno de los misioneros más conocidos y exitosos de la Biblia.

Cuando me pidieron por primera vez que me ofreciera como voluntario en el comité institucional de mi estado, sentí que estaría tan nervioso como Ananías. Después de haber visto películas de crímenes y programas de televisión, imaginé puertas que se cerraban y bloqueaban con autoridad, e imaginé muchas situaciones aterradoras. 

En aquella época, celebrábamos servicios religiosos en un centro correccional. La mayoría de las veces, se alcanzaba el máximo de 25 asistentes de la institución. Mis reservas iniciales fueron satisfechas a través de la oración. Al igual que Ananías, yo era obediente a lo que sentía que era una demanda del Amor, Dios. Eso significaba que haría todo lo posible por amar a cualquiera que asistiera al servicio, sin juzgarlo. 

Si bien las puertas se cerraron estrepitosamente, mis temores resultaron ser tan infundados como los de los primeros apóstoles. Con el tiempo, me di cuenta de que el trabajo institucional voluntario se parece más a ser “portero en la casa de mi Dios” (Salmos 84:10, KJV). Mantenemos abierta la puerta de la libertad moral y espiritual, ya sea que los asistentes estén encerrados o no. Recibimos con agrado a todos. 

Si bien el servicio grupal fue descontinuado más tarde por la institución, todavía continúo este trabajo con personas en todo el estado a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos y visitas. A veces, los reclusos rebosan de alegría con la más profunda sinceridad y fervor. En ocasiones, me he sentido nervioso, no por miedo por mi seguridad, sino por la preocupación de que mis respuestas no sean suficientes. Mis oraciones no solo se han centrado en el Principio y el Amor divinos, sino también en la Mente divina, al preguntarle a Dios cuál es la mejor forma de responder a las preguntas de aquellos que son nuevos en la Ciencia Cristiana. Me desafía a ser un Ananías, listo para obedecer lo que Dios pida y escuchar Su dirección.

Cuando aquellos que son sinceros son liberados, nos referimos a ellos como miembros que regresan a la comunidad (MRC). Algunos han descubierto la Ciencia Cristiana mientras estaban encarcelados. Otros ya la conocían. Los comités institucionales de todo el país trabajan para identificar y apoyar a estos estudiantes sinceros de la Ciencia Cristiana mientras se preparan para reingresar a la sociedad. 

Al trabajar con los MRC, he descubierto la necesidad de ser un Bernabé cuando estos hombres y mujeres vienen a la iglesia. Algunos de ellos luchan con las etiquetas debido a los delitos que cometieron. ¿Debería considerarse que una etiqueta es más válida que un corazón cambiado para determinar si una iglesia debe recibir con agrado a esa persona? Una búsqueda en Internet del registro de condenas de la persona solo muestra esa etiqueta. 

Los apóstoles en Jerusalén reaccionaron a una etiqueta y se sintieron justificados al hacerlo. Pero la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, muestra que para seguir el ejemplo de Jesús, tenemos que mirar más allá del cuadro que tenemos delante: “Si uno deduce sus conclusiones en cuanto al hombre desde la imperfección en lugar de la perfección, le es tan imposible arribar a la verdadera concepción o comprensión del hombre y hacerse semejante a ella, como le es al escultor perfeccionar los contornos de su obra tomando un modelo imperfecto, o al pintor representar la figura y rostro de Jesús mientras mantiene en el pensamiento el carácter de Judas” (Ciencia y Salud con la llave de las Escrituras, págs. 259-260).

Cuando la sociedad rotula a un individuo como enfermo o pecador o criminal, los Científicos Cristianos contrarrestan esa etiqueta y contemplan al hombre perfecto. Ciencia y Salud también afirma: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales” (págs. 476-477).

Los Bernabé ayudan a liderar el camino hacia la aceptación. Cuando una iglesia local da la bienvenida al “hombre perfecto” como un compañero seguidor de Cristo, todos se convierten en Científicos Cristianos más fuertes; los MRC se reincorporan a la comunidad con entusiasmo, se convierten en miembros de la iglesia, trabajan en comités y aportan un ardiente corazón a los servicios. 

Cuando vengan a tu iglesia, ¿qué vas a hacer?

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