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Para jovenes

Si te sientes acosado

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 27 de octubre de 2025


Sucedió justo antes de Halloween, y estaba remando sola en un río que era nuevo para mí en una ciudad a la que me había mudado seis semanas antes. Cuando regresé de remar, encontré un cuerpo sin vida flotando cerca del muelle.

Había sido presidenta de mi antiguo club de remo y había consolado a otros que se habían encontrado con escenas como esta. Pero nunca antes me había pasado algo similar. Y como estuve remando hasta que se acabó la avalancha de gente en el cobertizo para botes, no había nadie más alrededor.

Antes de hacer cualquier otra cosa, oré. Me estaban llamando para ayudar a esta persona que parecía ya no necesitar ayuda, pero como Científica Cristiana, sabía que las acciones que tomara y mi estado de pensamiento serían importantes para establecer el matiz de lo que sucedería después.

Al principio, me pareció injusto y abrumador tener que lidiar con esta situación sola, pero luego recordé esta línea de un poema que me encanta, “Capacity”: “Porque debemos, podemos” (Peter J. Henniker Heaton, Sentinel, October 14, 1939). El poema habla de cómo Dios, el Amor divino, nos da todo lo que necesitamos para satisfacer las demandas de nuestro día. 

Me sentí un poco más valiente. Entonces recordé estas estrofas de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana:

No sé de alguna vida
que no descanse en Ti;
yo, a la Tuya unida,
la vida recibí.

Ajena me es la muerte,
ya que yo vivo en Ti;
Tu vida eterna y fuerte
nos libra de morir.

(Carl J. P. Spitta, tr. Richard Massie, N.° 135)  

Aunque la situación de esta persona parecía irremediable, me di cuenta de que podía ver las cosas desde la perspectiva de Dios y saber que su vida era eterna porque Dios es eterno. Esto me tranquilizó y estuve lista para actuar.

Llamé a la policía, que envió un equipo al muelle en minutos. Fueron muy amables conmigo y, después de tomar mi información de contacto, me enviaron a casa, evitándome tener que participar.  

Pero cuando llegué a casa, me sentí muy triste por la persona que había encontrado. Recogí el número más reciente del Sentinel, y en el interior había una foto que mostraba una oveja que parecía estar escuchando algo en la distancia. El pasaje bíblico que acompañaba la foto era algo que Jesús había dicho: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27, 28). Me consoló saber que, a pesar de la forma en que se veían las cosas, Dios, no obstante, conocía plenamente a esta persona, y siempre lo haría.

Durante los siguientes días, aunque exteriormente actuaba con normalidad, tuve pesadillas aterradoras sobre la persona que había encontrado. En mis sueños, trataban de lastimarnos a mi familia y a mí. Cuando estaba despierta, no quería volver a salir a remar desde ese muelle. Nunca más.

Mi reciente mudanza a esta nueva ciudad me había dejado tiempo libre; tiempo que tomaba para leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy de principio a fin. Prestaba especial atención a cómo estaba estructurado el libro. En el momento de este incidente, estaba leyendo el capítulo “La Ciencia Cristiana versus el espiritismo”, con el que, para ser honesta, nunca había concordado realmente. Nunca había creído en espíritus malignos, casas embrujadas o zombis. ¡Ni siquiera me gustaba mucho Halloween! 

Pero esta vez, vi cuán convincente podía parecer la sugestión del espiritismo, la creencia de las comunicaciones de los muertos. ¿Creía que la persona que había encontrado podría atormentarme o poseer mi pensamiento?  Mmm... ¡tal vez! Estas pesadillas me mostraron claramente que necesitaba pensar en este capítulo más seriamente.

Aprecié especialmente esta declaración: “En un mundo de pecado y sensualidad que se apresura hacia un mayor desarrollo de poder, es sabio considerar seriamente si es la mente humana o la Mente divina la que lo está influenciando a uno” (págs. 82-83).

Uau. ¿Qué me influenciaba? ¿La muerte? ¿Un cuerpo? ¿Una experiencia traumática? ¿O era la Mente divina, Dios, quien me daba todos mis pensamientos, y solo los buenos?

Justo después del capítulo del espiritismo hay un capítulo corto pero poderoso titulado “El magnetismo animal desenmascarado”. Al considerar la estructura del libro, estos dos capítulos colocados uno tras otro para mí significaron, primero, que no hay comunicación ni influencia entre los vivos y los muertos. En segundo lugar, que la noción de que hay más de una Mente podía reconocerse como una imposibilidad, porque solo hay un Dios. Después de estudiar y aprender de estos dos capítulos, me liberé de las pesadillas y nunca volvieron. 

Cuando volver a remar me dio miedo, pensé en todo el bien que el deporte del remo había traído a mi vida. En los años en que había estado compitiendo, había aprendido lecciones sobre cómo expresar de manera más consistente cualidades como persistencia, valentía, independencia y amor por los demás. Razoné que no podía separarme de estas cualidades o de las vías que se me habían dado para expresarlas, ya que tanto las cualidades como las oportunidades provienen de Dios. 

Gracias a estas oraciones, tan solo una semana después de encontrar a esta persona, me sentí lista para regresar al cobertizo para remar sola. ¡Y remé sin miedo! Terminé mi temporada de carreras con mi nuevo equipo y he continuado saliendo de ese muelle sin temor varias veces a la semana durante cinco años. 

Esta experiencia me enseñó que no importa cuán aterradora pueda parecer una experiencia, no tenemos que ser acosados por ella. Dios no solo nos da lo que necesitamos para seguir adelante, sino que también nos hizo y nos mantiene intrépidos y libres.

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