Un número cada vez mayor de personas está empezando a reconocer que el hombre es más de lo que las ciencias materiales lo hacen parecer; que nuestra verdadera naturaleza es en realidad espiritual y buena, un reflejo de lo divino, que trasciende lo que los sentidos físicos informan sobre nosotros. Esta comprensión plantea profundas preguntas: ¿Qué significa ser espiritual? ¿Cuál es la fuente del bien? y ¿Qué es lo divino?
Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, encontró que a medida que evolucionaba su comprensión de lo espiritual, lo bueno y lo divino, también lo hacía su capacidad para sanar a las personas de los desafíos físicos, mentales, morales y de otro tipo, y para hacerlo con certeza científica. No obstante, eso significaba renunciar a gran parte de lo que había aprendido de la religión tradicional, las ciencias materiales y los cinco sentidos físicos. En cambio, era necesario desarrollar un sentido espiritual o comprensión de quiénes somos realmente.
Las respuestas comenzaron a revelarse para ella después de que fue sanada de lesiones que amenazaban su vida, solo a través de la oración y al meditar sobre las enseñanzas y obras de curación de Cristo Jesús en la Biblia. Para comprender cómo había ocurrido la curación, ella dedicó los siguientes tres años al estudio profundo de las Escrituras. Un enfoque particular fueron las dos historias opuestas de la creación, Génesis 1, el relato espiritual, y Génesis 2 y 3, el relato material. Debido a que estos registros se niegan mutuamente, estaba claro que solo uno de ellos podía ser verdadero.