A Shannon le encantaba visitar el zoológico y el parque de su localidad. Había muchos animales interesantes en el zoológico, ¡e incluso a algunos podía acariciarlos! En el parque, se divertía subiendo a las atracciones.
El parque también tenía una casa de espejos que le gustaba visitar. Los espejos creaban ilusiones, lo que significa que lo que veía en ellos eran de una apariencia diferente de lo que era real. El primer espejo hacía que su cuerpo pareciera corto y su cabeza realmente grande. En el siguiente espejo, su cabeza se veía pequeña y sus piernas parecían súper largas. Shannon se rio de la forma en que los espejos la hacían parecer ridícula.
Mamá le preguntó a Shannon si le preocupaba lo que veía en los espejos.
“Por supuesto que no, mami”, respondió Shannon. “¡Eso no soy yo!”.
Un día, Shannon se cayó de una estructura para escalar y se lastimó la muñeca. Llamó a su mamá, quien vino a recogerla. Cuando comenzaron a orar, hablaron de cómo, así como Shannon no necesitaba cambiar el ridículo reflejo de los espejos de la casa de diversiones, esta lesión tampoco era su verdadera imagen. Estas son ideas que Shannon conocía muy bien gracias a lo que estaba aprendiendo en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Había leído en la Biblia que “Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). El verdadero concepto es que Dios nos hizo perfectos y muy buenos. Nada puede cambiar eso.
Después de orar de esta manera durante unos días, la muñeca de Shannon ya no le dolía. Se había centrado solo en el verdadero concepto de ella: el concepto de Dios. Cuando Shannon era mayor, fue una gimnasta competitiva y ¡nunca tuvo problemas con su muñeca!.
Shannon y mamá dijeron: “¡Gracias, Dios!” por mostrarles el verdadero concepto.
