A un conocido filósofo le gustaba usar el término visión del sol en lugar de salida del sol para dejar en claro que no es que salga el sol, sino que la rotación de la tierra lo hace visible. Aun así, por muy fácil que sea procesarlo en nuestra cabeza, puede que no sea tan fácil verlo con nuestros ojos.
Lo mismo podría decirse a veces de nuestra práctica de la Ciencia Cristiana. Aunque admitamos ser espirituales, hechos a imagen y semejanza de Dios, el Espíritu divino, la evidencia de que vivimos una existencia basada en gran medida en la materia, con toda su discordia y enfermedad, puede parecer bastante abrumadora.
“Sé que soy espiritual”, podríamos decir cuando oramos para abrirnos camino a través de un desafío. “Simplemente no lo estoy viendo”.