Era septiembre de 2023 y no veía el momento de hacer mi visita anual para ver a mi hermana en California. Además de estar con la familia de nuevo, acababa de comprar una bicicleta eléctrica y estaba ansiosa por andar con ella y su esposo por las pintorescas colinas con vistas panorámicas del océano.
Acabábamos de iniciar nuestra primera salida en bicicleta, cuando comencé a sentirme mareada y desorientada mientras descendía la primera colina. Logré cruzar una calle muy transitada, pero reduje la velocidad y caí de costado en unos arbustos. Mi movilidad era limitada, pero podía pensar y hablar con claridad. Le grité a mi hermana para pedirle ayuda y le dije que llamara a mi esposo, que estaba en la casa. Sabía que él me apoyaría con la oración y también llamaría a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento.
Mi cuñado fue con su bicicleta a su casa y regresó en un auto con mi esposo. Yo no sentía dolor; de hecho, no tenía ninguna sensibilidad en un lado del cuerpo. Los dos hombres tuvieron que deslizarme hacia el asiento trasero. Los transeúntes se ofrecieron a ayudar, y estoy muy agradecida de que esto no fuera necesario.