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Para jóvenes

Cuando me sentí excluida

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de octubre de 2022


Era el comienzo de mi segundo año, y acababa de regresar a mi bachillerato después de pasar un año en una escuela diferente. Aunque conocía a algunos de mis compañeros de clase, me sentía excluida y como si no fuera mi lugar correcto, ya que había perdido un año con ellos. Este sentimiento se intensificaba cuando estaba con mi equipo de fútbol. 

Casi todas ya tenían una amiga en el equipo, así que sentía que nadie quería que estuviera allí. Durante los partidos, había momentos en que mis compañeras de equipo se sentían frustradas conmigo, y consideré seriamente dejar el equipo. 

Hablé con mis padres y amigos al respecto. Pero al no saber qué hacer, me di cuenta de que podía orar por la situación, como había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

Uno de mis himnos favoritos del Himnario de la Ciencia Cristiana es de Mary Baker Eddy y se llama “‘Apacienta mis ovejas’”. Cuando al orar no sé por dónde más empezar suelo pensar en este himno, porque me recuerda la guía de Dios. 

Cuando comencé a orar con este himno, me sentí atraída por la parte de la segunda estrofa que dice:

Extranjero en playa hostil,
lucho con afán;
por la puerta entro al fin,
y me aceptarás.
(Escritos Misceláneos, pág. 397)

Sentía como si estuviera en mi propia “playa hostil” metafórica. Estaba con un grupo de personas que parecían extrañas, y las cosas hostiles, como si me excluyeran del bien. “Lucho con afán” también describía la forma en que me sentía: sola mientras trataba de impresionar a mis compañeras de equipo y cumplir con las normas que me habían fijado.

Mientras seguía orando, pensé en la siguiente parte, que dice: “por la puerta entro al fin”. Me recordó esta declaración en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “Sé el portero a la puerta del pensamiento” (pág. 392). Esto significa estar consciente de los pensamientos que te llegan y decidir cuáles vas a aceptar y creer y cuáles vas a rechazar. Si los pensamientos provienen de Dios, el Amor, entonces esos son los que quieres escuchar. Me di cuenta de que necesitaba hacer eso cuando pensaba en mis compañeras de equipo.

Finalmente, llegué a: “y me aceptarás”. Pensar en esta línea me ayudó a ver que Dios sabe que mis compañeras de equipo y yo somos buenas. Dios es bueno, y todas Lo reflejamos, así que todas debemos ser buenas. Sabía que podía confiar en esto. 

Saber que Dios solo ve la verdad acerca de mí y mis capacidades me ayudó a expresarlas con mi equipo y en la cancha. Con esta revelación, pude terminar mi temporada muy bien. Continué expresando las capacidades que Dios me ha dado, y reconociendo también las de todas las demás. En lugar de sentirme excluida, comprendí que todas estábamos incluidas… en la bondad de Dios.

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