Yo no hubiera elegido la película de terror. Mis amigas lo hicieron, y era una fiesta de pijamas. Además, cuando apagamos las luces y estábamos cómodas en nuestros sacos de dormir, fue divertido, y muy gracioso cuando el gato de mi amiga corrió por la habitación durante una parte llena de suspenso. ¡Todas nos reímos mucho de que el gato nos hubiera asustado!
Pero la noche siguiente estaba de vuelta en casa, en mi propia habitación, sin mis amigas. Y cuando llegó el momento de apagar las luces e irme a la cama, no podía dejar de recordar las aterradoras imágenes de esa película. Sabía que todo había sido una farsa, pero tenía miedo.
Mis padres estaban justo al final del pasillo, pero no quería correr a su habitación como lo había hecho en el pasado. Quería tratar de usar las ideas que estaba aprendiendo en mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana para liberarme de mi temor a esas imágenes.
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