El verano pasado, en el campamento decidí participar en una difícil competencia de natación en un lago. Se llama “Nademos hasta Cherry” porque vamos desde la orilla del lago hasta una pequeña isla llamada Cherry y regresamos. Cuando nadé con otros campistas en el pasado, había sido realmente difícil. Me cansé y me costaba respirar.
Este año, cuando comenzó la competencia de natación, sucedió lo mismo. Estaba frustrada porque quería terminarla, así que decidí orar. Voy a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde aprendo acerca de Dios, así que fue natural para mí recurrir a Dios en busca de ayuda.
Los himnos siempre me ayudaron cuando he orado antes, así que mientras nadaba, canté un himno que conozco del Himnario de la Ciencia Cristiana. Comienza: “La colina, di, Pastor, / cómo he de subir” (Mary Baker Eddy, N° 304). Para mí, eso significa que Dios nos ayudará siempre que Lo necesitemos, incluso cuando nadamos. (El campamento al que asisto es un campamento para Científicos Cristianos, así que me sentí cómoda orando y cantando en voz alta.)
Durante la natación, nuestros consejeros eran nuestros salvavidas y remaban cerca de nosotros en kayaks. Una de ellos se acercó a mí y me preguntó si estaba bien, porque se dio cuenta de que me costaba mucho. También me escuchó cantar un himno, así que sugirió que cantáramos otro himno. Este comienza así: “Estamos caminando en la luz de Dios” (Zulu trad., N° 592, trad. al inglés por Gracia Grindal), pero ella sugirió que cantáramos: “Estamos nadando en la luz de Dios”. Me encantó esa idea. Los pensamientos de estos himnos me ayudaron tanto que dejé de preocuparme por mi natación.
Terminé sin ningún problema, y cuando regresé a la orilla, ¡me enteré de que había nadado siete minutos más rápido que la última vez!
Estoy muy agradecida por el campamento porque me ayuda a acercarme más a Dios y a tener curaciones como esta. No veo el momento de volver el próximo verano y nadar en la luz de Dios.