Tomar decisiones puede entrañar la promesa de nuevas aventuras y oportunidades. Al mismo tiempo, puede resultar abrumador. Tal vez nos sintamos así porque no queremos tomar una decisión equivocada, pero de hecho, la única decisión real que tenemos que tomar es escuchar a Dios, tomar consciencia de nuestra unidad con Él. Esto es confiar en el Divino, y no puede llevarnos por mal camino.
A menudo me pregunto si realmente confío en Dios. ¿Qué significa eso?
Durante el verano de 2022, nuestra familia tuvo que tomar una decisión. El programa de posgrado de mi esposo incluía un componente de estudios en el extranjero y me invitaron a ir con él. Esto sonaba divertido: somos padres ocupados de niños pequeños. Y sería un regalo especial celebrar nuestro décimo aniversario de bodas.
Pero muchos factores se interpusieron en el camino. Las regulaciones sanitarias internacionales fluctuaban, había que considerar el costo de los vuelos y la necesidad de hacer un buen plan de atención de dos semanas para nuestros hijos.
Mientras orábamos sobre el curso de acción correcto, recordé un momento de confianza en Dios que había tenido. Cuando estaba en la universidad, oré profundamente para encontrar un maestro de la Ciencia Cristiana con quien pudiera tomar instrucción de clase Primaria. Durante una entrevista con mi futura maestra, ella compartió conmigo esta cita bíblica: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isaías 30:21).
No es como si ella estuviera diciendo que yo tenía que elegirla, sino que debía encontrar ese lugar espiritual donde realmente estaba escuchando a Dios; el lugar donde no necesitaba probar mi perspicacia espiritual, sino que me sentiría completamente en casa con Dios. Esta fue una guía profunda. También significaba que no necesitaba crear listas de pros y contras o “hacer números” para ver si era factible dar este paso. Solo necesitaba escuchar a Dios mientras me mostraba el camino.
Elegir un maestro de la Ciencia Cristiana parecía ser una gran decisión, porque era una relación que duraría toda la vida. No sabía si tenía la sabiduría para tomar la decisión correcta. Pero había sentido la presencia de Dios desde temprana edad y sabía que Él siempre me guiaría. Reconfortada, seguí adelante con la clase de instrucción y no he mirado atrás. Ha sido hermoso ver que se necesitaba confiar en Dios, más que elegir a una persona. Continúo creciendo en mi viaje espiritual junto con mi maestra de la Ciencia Cristiana y mis compañeros de asociación, lo cual es una gran alegría.
De esta experiencia, aprendí que una convicción arraigada rara vez comienza con un plan humano. La convicción requiere centrarse por completo en Dios, quien es una ayuda presente, aun cuando no podemos ver cada giro, vuelta y desarrollo de la trama.
Entonces, volviendo a la cuestión del viaje de familia. Con total confianza en Dios, mi esposo y yo seguimos adelante con la planificación de nuestro viaje. Seguí orando cada día. Sabía que para mí era más importante seguir a Dios a cada momento que aferrarme con rigor a mis propias esperanzas, planes o itinerario. Si necesitaba quedarme en casa con los niños, volar a casa antes de tiempo o simplemente disfrutar de cada momento en el extranjero, podía hacerlo. Lo que más me interesaba era estar en sintonía con el plan de Dios, en lugar de tener un descanso.
Resultó ser un viaje maravilloso. Las regulaciones sanitarias internacionales no fueron un obstáculo, los niños la pasaron muy bien con sus abuelos y otros cuidadores, y pude disfrutar de la aventura. Como mi esposo estaba ocupado principalmente con su programa de posgrado, disfruté tener un tiempo a solas para orar, escribir y explorar las ciudades que visitamos. En cada nuevo lugar, me tomé el tiempo para honrar a Dios a través de la oración diaria, el estudio de la Biblia y las conmovedoras conexiones con otros Científicos Cristianos en la comunidad local. Aprendí acerca de cómo estos hermanos y hermanas en Cristo también confiaban en Dios.
La noche antes de regresar a casa, recibimos la noticia de que el aeropuerto cercano estaba bajo vigilancia terrorista. Esto nos llevó a arrodillarnos mentalmente en oración. Oré para ver al mundo entero envuelto en el amor de Dios. Junto con millones de otros viajeros ese día, continuamos con nuestro viaje y nos llevaron a casa sanos y salvos. Qué alegría llegar a casa y enterarnos de que las “vacaciones” de los niños de su rutina normal también habían sido una bendición para ellos.
Me encanta el hecho de que apoyarnos en Dios mientras tomamos decisiones nos permite enfrentar la incertidumbre y bendecir a nuestra propia familia y más allá.