Me encanta participar en las artes: bailo, actúo, canto y toco un instrumento. Incluso estoy pensando en el teatro musical como una carrera, así que me uní a una compañía local de teatro juvenil cristiano para continuar mi formación en canto. Esta compañía de teatro también me pidió que formara parte de un equipo de adoración, donde canto canciones cristianas con una pequeña banda acústica todos los sábados por la mañana.
Estaba emocionada por tener esta oportunidad y comencé a practicar con diligencia las canciones que se me asignaron. Me sentí bien con mi actuación cuando canté con el grupo. Pero también sentí que estaba abordando los ensayos de una manera que realmente me estresaba. Pronto me di cuenta de por qué.
Durante una práctica, hablamos sobre si debíamos cambiar el orden de las canciones o incluso agregar una nueva canción sobre la marcha. Hubo ciertas preocupaciones al respecto, y algunas personas en el grupo sintieron que tal vez no sería una buena idea, porque nuestras voces no estarían preparadas y las canciones no se practicarían lo suficiente.
Pero entonces alguien dijo algo realmente interesante: No importa si sonamos perfectos o no. No es una actuación; es adoración, que en realidad se trata de glorificar a Dios. He aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que Dios nos creó a Su imagen y semejanza (véase Génesis 1:26, 27). Esto significa que glorificamos a Dios al expresarlo. Así que los talentos que expreso no son míos; son las cualidades de Dios reflejadas individualmente en mí.
Esto tenía mucho sentido para mí, y estaba claro lo que había estado haciendo mal. Había estado viendo esto como una oportunidad para actuar y jactarme de lo que pensaba que era mi talento, cuando mi motivo debería haber sido glorificar a Dios. Tenía el deseo de ser aplaudida por mis dones y esfuerzos, y eso era lo que venía impulsándome .
Pensé en cuánto me gusta cantar himnos en la Escuela Dominical y cómo eso siempre me ha parecido más como glorificar a Dios que actuar. Y nunca es estresante. Así que tenía sentido para mí que cuando cambiara mi motivo de actuar a glorificar, las actuaciones ya no me parecerían estresantes.
También pensé en esta afirmación de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Mary Baker Eddy, pág. 494). Puede ser tentador tratar de obtener el papel principal cuando se participa en un espectáculo u otra actuación. Pero no importa lo que pueda yo pensar que quiero o necesito en términos de un papel, una parte vocal o un número de baile, es el Amor divino, Dios, el que responde a cada necesidad de la manera correcta, y puedo confiar en eso. Siempre se podrá dar un uso perfecto a mis talentos, al igual que a los de todos los demás. Esta idea me quitó la presión de las audiciones y actuaciones.
Estas ideas me llevaron a pensar en mis motivos para cada actividad en la que participo. Como reflejo de Dios, nunca necesito demostrar mis habilidades con ningún esfuerzo adicional o enfocarme en mí misma. Desde que lo comprendí, me he sentido más reconfortada, porque sé que siempre estaré en el lugar correcto para glorificarlo con mis talentos que reflejo de Dios. No podía pedir más.
