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Para jóvenes

Cuando no fui aceptada por la universidad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 27 de mayo de 2024


Unos años después de terminar el bachillerato, decidí mejorar los resultados de mis exámenes de mi último año volviendo a dar algunos de los exámenes. Esta es una práctica común en Sudáfrica, donde vivo. Lo hice con la esperanza de que me admitieran en la universidad. Cuando recibí resultados que cumplían con los requisitos de admisión, presenté mi solicitud. Pero no me aceptaron. 

Sintiéndome desesperada, me volví a Dios en oración, como he estado aprendiendo a hacer en mi estudio de la Ciencia Cristiana. También me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que orara por mí. El practicista me recordó que, por ser la imagen o reflejo de Dios, que es perfecto, soy completa. Para mí, esto significaba que no me podía faltar ninguna cualidad que necesitara para progresar o tener éxito. También dijo que la ley del bien de Dios siempre está en funcionamiento, lo que me ayudó a sentirme menos preocupada por el futuro.

Al pensar en estas ideas, reconocí que realmente soy una hija amada de Dios que está hecha, según el primer capítulo de la Biblia, a Su imagen y semejanza, como todos los demás. Puesto que estoy hecha a imagen de Dios, ¿qué me podría faltar? Si Dios es perfecto y bueno, debo reflejar bondad, inteligencia y habilidad. Mientras oraba, me di cuenta de que me inundaban estas ideas. Pude ver que Dios se comunicaba conmigo, y sentí una inmensa paz y amor, y mucha gratitud. Continué orando y estudiando, y mi miedo disminuyó.

Me vino un pensamiento en particular que cambió mi forma de pensar sobre el proceso de encontrar y ser aceptada en una universidad: no soy víctima de ser incluida en la lista de espera de una escuela debido a “limitaciones de espacio”. Aunque esto parecía ser lo que estaba pasando, mis oraciones me ayudaron a reconocer que no podía ser la verdad sobre la creación de Dios. La verdad es que Dios bendice con abundancia a todos Sus hijos, y nadie puede quedarse fuera, porque la bondad de Dios no tiene límites. Continué orando de esta manera, y también reconocí que por ser el reflejo de Dios, que es Espíritu, somos espirituales, y esto significa que nuestra experiencia puede, y de hecho refleja, lo que es realmente verdadero. 

A principios de 2023, me presenté en más universidades. Una escuela rechazó mi solicitud porque solo podían obtener los resultados de mis exámenes más antiguos, no los resultados actuales, y la otra se negó debido a limitaciones de espacio. Una vez más recurrí a la oración y dejé de lado cómo quería que resultaran las cosas, confiando, en cambio, a Dios cada aspecto de mi vida. Continué afirmando esta verdad de la Biblia, que tuvo un impacto en mí: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas” (Proverbios 3:5, 6, LBLA).

Pensé: “Confío en Ti, Dios”. Afirmé esto para mí misma tres veces, y en la tercera vez, me vino un pensamiento angelical —un mensaje de Dios— que fue: “Gracias, hija Mía”. Me sentí tranquila y amada, y supe, sin lugar a dudas, que era Dios quien me reconfortaba. No estaba preocupada.

Un mes después de eso, recibí un correo electrónico de la universidad que solo tenía los resultados de mis exámenes anteriores, diciendo que me habían aceptado. Para mí, este resultado se explica mejor con este pasaje bíblico: “Ayúdame, Señor, Dios mío, … y que sepan que esta es tu mano, que tú, Señor, lo has hecho” (Salmos 109:26, 27, LBLA).

Dios cuida de todos y cada uno de nosotros. Estoy muy agradecida a Dios por todas las bendiciones que nos ha otorgado a cada uno de nosotros como Sus hijos amados.

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