Las actividades que había planeado para el verano comenzaban a acumularse. Era el final de mi tercer año del bachillerato y estaban ocurriendo muchas cosas. Tenía un viaje de la clase de Biblia a Grecia; había planeado visitar universidades; y tal vez asistiría a un campamento de porristas con el equipo de mi escuela. Además, soy parte de un programa para estudiantes del bachillerato que son Científicos Cristianos, por lo que tenía que completar una pasantía que la mayoría de los estudiantes hacen durante el verano.
Aparte de todo eso, voy a un internado, por lo que mis veranos son un momento preciado con mi familia. Ahora parecía que el tiempo estaba desapareciendo.
Hablé con mi mentora para el programa de pasantías y se nos ocurrieron algunas ideas, que incluían presentarme a dos lugares que coincidían con mis intereses y que también estaban cerca de mi casa. En ambos lugares dijeron que se comunicarían conmigo. Pero se acercaba la fecha límite para presentar mi plan de pasantías, y ninguno de los dos había respondido, y comencé a sentir que estaba atrasada en comparación con otros en el programa.
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