Hace varios años tomé el teléfono para llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana por primera vez. Mis padres habían llamado a practicistas en diferentes momentos para orar por mí cuando era niño, pero nunca había recurrido a uno por mi cuenta. El primer nombre que noté en el directorio del Christian Science Journal fue uno que conocía por un programa de radio que había escuchado y que me había resultado útil años antes. Sentí que había sido guiado en este momento de necesidad a pedirle a esta persona que orara por mí.
En esa llamada al practicista, que también era maestro de la Ciencia Cristiana, comencé preguntándole acerca de la clase de instrucción Primaria, un curso de dos semanas sobre la curación en la Ciencia Cristiana. Después le conté que estaba lidiando con un abrumador sentimiento de responsabilidad y depresión. Accedió a darme un tratamiento metafísico. A través de esta ayuda, pude ver la vida como una bendición y no como una carga y seguir adelante.
La Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribió: “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 15). Este pasaje se ha convertido en una guía en mi travesía de crecimiento espiritual. Momento a momento, he estado aprendiendo a confiar en el control total que tiene Dios de mi vida.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!