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Buenas Noticias

La simplicidad de un girasol

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 23 de septiembre de 2024


“Sé un girasol”, publicó un amigo en línea —un recordatorio para mí de centrar mi atención en Dios, como los girasoles juveniles siguen al sol.  

No mucho después, estaba en un paseo matutino con los perros y me maravillé al ver un vasto campo de girasoles, todos vueltos hacia arriba en dirección al sol naciente. Fue hermoso e inspirador verlo.  

Más temprano en la mañana había estado reflexionando sobre lo que significa orar sin cesar. Al mirar esos girasoles, pensé que su atracción sin esfuerzo en dirección al sol es como orar sin cesar, es decir, mantener el pensamiento tan enfocado en Dios que nada más puede desviar nuestra atención.  

Mientras pensaba en el simbolismo de los girasoles, escuché el lejano sonido de un camión ruidoso que se dirigía hacia mí. Era el único vehículo que se veía y estaba a más de diez cuadras de distancia. Yo paseaba a nuestros perros en el lado opuesto de la carretera cuando me vino un pensamiento como una orden clara: “¡Muévete!”. “Qué tontería”, pensé. Estaba totalmente fuera de la carretera con mis perros; seguramente estaba lo suficientemente lejos.  

Volví a pensar en la receptividad del girasol, pero de nuevo me vino el pensamiento, y con mucha más fuerza: “¡Muévete!”. Esta vez me di cuenta de que tenía que obedecer esta intuición espiritual, así que rápidamente agarré a mis dos perros y me adentré en el campo de girasoles, completamente lejos de la carretera.  

Momentos después, el ruidoso camión dobló la curva más cercana y se deslizó por la banquina de la carretera hacia el camino de tierra que había junto a ella, justo donde yo había estado caminando. Si no me hubiera movido, el camión nos habría atropellado a mí y a mis perros de frente. Había varias marcas de neumáticos en la tierra, donde el camión había conducido antes de volver a su lado correcto de la carretera.  

Sentí que me embargaba una ola de gratitud por los mensajes angelicales que nos habían dirigido a mí y a mis perros a un lugar seguro. Cuán agradecida estaba de haber respondido a esa indicación. Fue otro recordatorio de que prestar atención a Dios debería ser tan natural para nosotros como los girasoles que siguen al sol.  

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