Recientemente, en un momento difícil, me encontré con un versículo de la Biblia que nunca antes había notado, y que me trajo gran consuelo y paz. Decía, refiriéndose a un enemigo: “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción” (Isaías 10:27).
El final del versículo me llamó especialmente la atención. Había escuchado bastante acerca de “la unción” al cantar en coros de góspel y visitar iglesias a las que asisten mis amigos donde el término se usa con frecuencia. También recordé haber escuchado una canción góspel en la que el cantante estaba hablando, y una vez que esta terminó, dijo: “La unción hace la diferencia”. Reflexioné sobre lo que esto significaba. Sabía que en la antigüedad era común ungir a los reyes y a los que ocupaban altos cargos dedicados a servir a Dios. También sabía que algunas iglesias todavía usan aceite para ungir a aquellos a los que bendicen o buscan curación. Pero quería comprender el significado espiritual de la unción y por qué se asocia con la destrucción de un yugo o la eliminación de cargas.
En el Glosario de su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy comparte definiciones espirituales de términos y nombres conocidos de las Escrituras. Vi un vínculo directo entre la unción y la definición de aceite: “consagración; caridad; dulzura; oración; inspiración celestial” (pág. 592).
Hubo un tiempo, hace varios años, en el que mi vida parecía carecer de esas cualidades. Sentía que sobrevivía día tras día, y apenas mantenía la cabeza fuera del agua. Estaba agobiada por un problema de salud, una situación de vida que distaba mucho de ser ideal y la falta de recursos económicos.
Durante este tiempo, estudié los libros de texto de la Ciencia Cristiana —la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy— y oré en busca de guía. Y estaba agradecida por mi participación en la filial de la Iglesia de Cristo, Científico, de la que era miembro, lo que me daba la oportunidad de centrarme en algo más que en mí misma.
Una de las actividades de mi iglesia era representarla en la organización interreligiosa local. Cuando una mañana me enteré de que un estudiante del bachillerato de una familia que pertenecía a una sinagoga local se había suicidado, sentí el gran anhelo de poder ayudar en todo lo posible. Oré con una devoción que no había sentido en mucho tiempo. El grupo interreligioso estaba buscando activamente formas de auxiliar a la familia, la sinagoga y la escuela, y me llegaron ideas sobre las formas en que mi iglesia y yo podíamos ayudar. Mi afán por apoyar a los demás pesaba tanto, que ya casi no me daba cuenta de los problemas personales que me habían estado atormentando. Ahora veo que me estaba acercando —aunque sea en pequeño grado— a algunas de las cualidades de esa definición de aceite. Algo dentro de mí estaba cambiando y cediendo al Cristo, que según entiendo es la manifestación de Dios en nuestras vidas.
Al día siguiente, estaba en una clase de baile cuando el instructor puso la canción de Stevie Wonder “Don't You Worry 'Bout a Thing”. Me pareció un mensaje divino que me aseguraba que todo estaba bien y que podía confiar en que Dios se ocuparía de mis necesidades. Me sentía más ligera y libre cuando salí de la clase, y también sentí que algunos de los síntomas físicos con los que había estado lidiando habían disminuido.
Más tarde ese mismo día, recibí una llamada inesperada sobre un trabajo que no había solicitado. Aún era todo un desafío pasar el día con el problema de salud, así que la perspectiva de un trabajo de tiempo completo para el cual debía hacer un largo viaje era desalentadora. No obstante, sabía que era correcto aceptarlo. La primera semana de trabajo fue difícil, aun así, tuve la sensación de que Dios, el Amor divino, me ayudaba a superar cada momento, y estaba muy agradecida por las oraciones de un practicista de la Ciencia Cristiana. En aproximadamente un mes, sentí mucho más dominio, y pocos meses después estaba completamente libre de los síntomas. Mi situación financiera mejoró significativamente y surgió una situación de vida que se adaptaba mejor a mis necesidades.
Un día, varios meses después, estaba en mi puesto lidiando con una tensa situación de gestión de conflictos. Un compañero de trabajo expresó su agradecimiento por mis esfuerzos y me dijo: “Sigue vertiendo el aceite”. Este colega también era Científico Cristiano, y yo sabía que probablemente se refería a las cualidades en esa definición de aceite de Ciencia y Salud.
Al considerar esas cualidades de consagración, caridad, mansedumbre, oración e inspiración celestial en la actualidad, veo que aceptar cada una de ellas me llevó naturalmente a experimentar la siguiente. Eso había sido especialmente cierto el día en que sentí el cambio en mi forma de pensar y las cosas comenzaron a marchar en una mejor dirección. Tuve el deseo de servir a mi comunidad cuando me enteré de la tragedia. Esto se llevó a cabo primero a través de la oración, que trajo inspiración divina y facilitó las formas de servir. Todo esto sucedió no a través de ningún esfuerzo propio, sino al ceder al apoyo y la guía de Dios, la Mente divina.
Para mí, esta experiencia de curación fue un ejemplo de la unción que marca la diferencia a la que hace referencia ese cantante de góspel. “ Verter el aceite” de una manera espiritual ciertamente quita la carga y destruye el yugo del desaliento y la mala salud.
La promesa profundamente hermosa de este aceite a la manera del Cristo es que está aquí para todos. No está reservado para un ritual físico, ungir a la realeza o a los funcionarios religiosos. El aceite de la unción es abundante y está presente en todo momento para destruir cualquier yugo que parezca estar atándonos. Cada uno de nosotros es creado y cuidado por un Dios amoroso, y jamás puede estar verdaderamente sujeto a ningún poder aparte de la Mente divina.
Verter el aceite nos hace tener conciencia de nuestra libertad innata y la inspiración celestial que es perpetuamente nuestra.