Estaba aburrida, cansada y sobrecargada de trabajo en el puesto gerencial de minorista donde había pasado la mayor parte de mi carrera, y anhelaba un cambio positivo. Quería una nueva trayectoria profesional que me brindara un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal con una empresa que tuviera sólidos valores. Sin embargo, el cambio no siempre ha sido fácil para mí, y sabía que necesitaba confiar en Dios para que me guiara al tratar de explorar este cambio.
Actualicé mi currículum, solicité trabajo y completé varias entrevistas, mientras oraba sobre mis temores. Estaba ansiosa por entrar en lo que parecía un territorio desconocido con un nuevo trabajo. ¿Y si me estoy alabando en exceso? ¿Qué pasaría si no puedo aprender o disfrutar de mi nueva función? Dejar un trabajo seguro de diez años por algo completamente nuevo, era intimidante. Las dudas y los temores seguían apareciendo, pero la oración me brindó una reorientación útil hacia la tranquila confianza en Dios.
Mientras oraba, me encontré con estos versículos de Salmos en la Biblia: “El Señor te protegerá de todo mal; El guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (121:7, 8, LBLA). Esto fue un recordatorio de que Dios, la fuente de todo el bien, preserva todo lo verdaderamente bueno de mi vida, por lo que no tenía que temer el cambio.
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