Incluso algo tan simple como elegir una película para ver con alguien puede requerir mutuas concesiones. Y no todas las situaciones que requieren acuerdos son tan sencillas. Probablemente muchos de nosotros recordamos experiencias en las que el consenso era realmente difícil y parecía imposible hacer un compromiso. Si bien los diferentes puntos de vista pueden ser realmente enriquecedores, en otras ocasiones parecen promover la fricción o el resentimiento que mantendría la armonía bien oculta.
La Biblia pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3). Para mí, esta pregunta indica esperanza, no desesperación, porque si pensamos en el acuerdo no tanto como en que todos tengan las mismas opiniones, sino más bien desde una perspectiva espiritual, esto fomenta interacciones productivas incluso cuando no tenemos las mismas opiniones.
¿Cómo podemos encontrar esa base segura y permanente que abre el camino para que haya una mayor coincidencia y colaboración; para simplemente acordar caminar juntos?