El camino era empinado. Y continuó siendo empinado. Apenas llegaba a una meseta cuando comenzaba la siguiente subida. Cuanto más subía, más disminuía mi alegría en el hermoso y soleado entorno. Llegué al punto en que mi agotamiento se convirtió en pánico y me decía: “¡Y ni siquiera estás cerca de la mitad de esta etapa del recorrido!”.
Esto fue en el segundo día de una caminata de una semana. Esa mañana, como todos los días, había renovado mi provisión de ideas espirituales frescas antes de desayunar. Porque, aunque quiero mantener mi equipo ligero, debo incluir la edición de texto completo del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Este cuadernillo ofrece las citas de la Biblia y del libro de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que componen una Lección Bíblica para cada semana. La Lección me brinda inspiración y me fortalece mediante ejemplos del cuidado y el amor de Dios, al motivarme, animarme y, sí, amonestarme, para que, con la ayuda de Dios, pueda ser fuerte y seguir adelante en la vida.
Pero en ese momento de gran necesidad, mi pensamiento estaba tan nublado por la tensión y el esfuerzo que ninguno de estos edificantes pensamientos parecía estar presente, solo la necesidad. Al recordarlo, puedo decir que permití que me obsesionaran pensamientos como “Hace mucho calor. Falta tanto por recorrer, y yo no soy lo suficientemente fuerte”.