El camino era empinado. Y continuó siendo empinado. Apenas llegaba a una meseta cuando comenzaba la siguiente subida. Cuanto más subía, más disminuía mi alegría en el hermoso y soleado entorno. Llegué al punto en que mi agotamiento se convirtió en pánico y me decía: “¡Y ni siquiera estás cerca de la mitad de esta etapa del recorrido!”.
Esto fue en el segundo día de una caminata de una semana. Esa mañana, como todos los días, había renovado mi provisión de ideas espirituales frescas antes de desayunar. Porque, aunque quiero mantener mi equipo ligero, debo incluir la edición de texto completo del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Este cuadernillo ofrece las citas de la Biblia y del libro de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que componen una Lección Bíblica para cada semana. La Lección me brinda inspiración y me fortalece mediante ejemplos del cuidado y el amor de Dios, al motivarme, animarme y, sí, amonestarme, para que, con la ayuda de Dios, pueda ser fuerte y seguir adelante en la vida.
Pero en ese momento de gran necesidad, mi pensamiento estaba tan nublado por la tensión y el esfuerzo que ninguno de estos edificantes pensamientos parecía estar presente, solo la necesidad. Al recordarlo, puedo decir que permití que me obsesionaran pensamientos como “Hace mucho calor. Falta tanto por recorrer, y yo no soy lo suficientemente fuerte”.
Y entonces, justo frente a mí, en medio del camino a través del pedregal, vi una rama. La recogí sin dudarlo. Se ajustaba perfectamente a mi mano y tenía exactamente la longitud adecuada para apoyarme en ella como un bastón de senderismo. Me embargó un profundo alivio y sentí que había recibido un regalo, y las nubes oscuras del agotamiento y la frustración se disolvieron por completo.
¿No describe perfectamente este consuelo el Salmo 23, que dice de Dios: “tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (versículo 4)? La vara y el cayado del pastor no solo lo sostienen; lo ayudan a guiar a las ovejas por el camino a los pastos y a través de valles oscuros. El pastor conoce el camino, y nunca deja que a sus ovejas les falte nada. Confiadas en esto, ellas siguen al pastor, incluso por caminos accidentados.
Este cayado que sostenía restauró la confianza en mi corazón de que el consuelo que brinda ese salmo es verdadero y que podía experimentarlo de una manera que me fortalecería. David, el autor, era pastor. Conocía las cualidades de un buen pastor, y en este salmo en particular, las relacionó muy vívidamente con la omnipresencia y guía de Dios y con Su consuelo cariñoso y edificante.
Con este apoyo, estaba preparada para recibir nuevamente los mensajes del Cristo, pensamientos que contienen lo divinamente bueno, verdadero y perfecto. En este caso, el mensaje consistía en dos citas que me habían impresionado particularmente mientras leía la Lección Bíblica esa mañana. Uno es de Pablo y dice: “He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación” (2.° Corintios 6:2, LBLA). Esta palabra ahora siempre es válida, incluso cuando caminamos por un valle oscuro. El día de salvación es ahora, y ese no es el día de darse por vencido, de sentirse impotente o preocupado. Ahora es el día en el que lo que se presenta como inaceptable cambiará. Ahora está lleno de la presencia de Dios, porque Dios, el bien, siempre está con nosotros y nos cuida con mucho amor a lo largo de nuestro camino brindándonos consuelo, fortaleza y buenas soluciones.
La segunda cita es de Ciencia y Salud: “En la Ciencia Cristiana, Espíritu, como nombre propio, es el nombre del Ser Supremo. Significa cantidad y calidad y se aplica exclusivamente a Dios” (pág. 93). Eran las palabras cantidad y calidad las que resonaban en mí. La preocupación de contar kilómetros y metros sobre el nivel del mar no tenía nada que ver con la abundancia que venía de Dios, el Espíritu. Esa preocupación oscurecía la calidad de la creación divina que me rodeaba y de la que formaba parte, equipada con habilidad y fuerza. El Espíritu no conoce la limitación, porque el Espíritu es infinito. Y fue entonces que pude relacionar ese hecho conmigo misma, Su hija, Su amada y empoderada imagen y semejanza.
El resultado fue que durante el resto de esa etapa pude pensar con claridad y orar, seguir al Pastor, Dios, y luego alcanzar la meta para esa etapa (que incluía una mesa bien puesta) con alegría y gratitud. En los días siguientes, caminé por alturas gloriosas, que es donde también estaban mis pensamientos. La Lección Bíblica con sus fortalecedores e inspiradores mensajes continuó acompañándome, y todos los días fue mi vara y mi cayado, dejándome bien equipada.
Estoy muy agradecida a Mary Baker Eddy por establecer estas Lecciones Bíblicas, que tienen un mensaje que siempre nos acompaña, fortalece y guía con verdades edificantes dondequiera que vayamos. Este mensaje estuvo presente conmigo en el momento más oscuro de mi caminata, aunque no era consciente de ello. Eso demuestra que los pensamientos limitantes no pueden perdurar en presencia del Ser Supremo, Dios, el Espíritu, que ahora, en este tiempo aceptable, llena todo el espacio de amor, para que podamos recibir consuelo y fortaleza a cada momento.
Fue lindo poder apoyarme en ese cayado mientras caminaba, pero lo que es mucho más valioso para mí es que, dondequiera que vaya, siempre tengo conmigo la certeza de un cayado y una vara prácticos en lo que la Lección Bíblica revela.
