Nos bombardean informes de conflictos aparentemente inabordables dentro de las naciones y entre ellas. En la medida en que estos informes subrayan las limitaciones e incluso el fracaso de las formas y medios humanos sin ofrecer alternativas viables, tienden a sembrar desesperación.
Pero en lugar de aceptar la conclusión de que estas situaciones son desesperadas, podemos abrir nuestro pensamiento a un punto de vista espiritual inspirado. Esto viene cuando oramos para comprender mejor la totalidad y la omnipotencia de Dios, el Amor divino. Con esta perspectiva espiritual, confiadamente podemos esperar que haya una solución dirigida por Dios que se hará evidente. Podemos desafiar y reemplazar la resignación ante las predicciones e informes desalentadores con el conocimiento de lo que es espiritualmente verdadero. Esta comprensión tiene un efecto poderoso cuando se aplica a las circunstancias cotidianas, incluso a aquellas que parecen inmanejables o abrumadoras.
A pesar de las apariencias en contrario, el hecho espiritual es que Dios, que es a la vez el Amor omnipresente y la Mente única e infinita, está al timón de Su creación y está gobernando todo, incluido el hombre, armoniosamente. Por ser idea de la Mente, este hombre espiritual —la verdadera naturaleza e identidad de todos— es receptivo y obediente a la dirección y al control amoroso de Dios y a nadie más. La oración que nos lleva a ver estos hechos espirituales guía la resolución amorosa e inteligente de cada situación.