El rápido avance de las capacidades de la inteligencia artificial ha captado la atención de ciudadanos de todo el mundo. Aquellos que ven el potencial de la IA para hacer la vida más fácil y mejor están eufóricos por algunos de estos avances, pero también hay muchos temores en torno al posible mal uso de la IA y sus aparentes aptitudes para actuar de forma autónoma; especialmente porque estas podrían evolucionar con el tiempo. Cómo proteger a la sociedad de estas preocupantes consecuencias negativas de la IA es una pregunta que exige respuestas.
Dominar los temores a la IA comienza con una investigación más profunda de la naturaleza de la inteligencia. La Biblia pregunta: “¿Dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? … Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar” (Job 28:12, 23). Esto da a entender que la verdadera inteligencia es espiritual, inmortal y siempre benéfica.
La inteligencia no se origina en la materia, ni jamás será poseída por la materia, ni a través de una máquina ni de un cerebro. La Ciencia Cristiana revela que la verdadera inteligencia se deriva de la Mente infinita que es Dios. “Toda sustancia, inteligencia, sabiduría, todo ser, inmortalidad, causa y efecto pertenecen a Dios”, afirma Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana (pág. 275). Toda la creación de Dios, incluyendo al hombre, refleja la inteligencia divina de Dios.
La Sra. Eddy también escribe, tal vez proféticamente: “En el mundo material, el pensamiento ha sacado a luz con gran rapidez muchas maravillas útiles. Con igual actividad las veloces alas del pensamiento se han ido elevando hacia el reino de lo real, hacia la causa espiritual de aquellas cosas inferiores que dan impulso a la investigación. La creencia en una base material, de la cual pueda deducirse toda racionalidad, está cediendo lentamente a la idea de una base metafísica, volviéndose de la materia hacia la Mente como la causa de todo efecto” (Ciencia y Salud, pág. 268).
Cuando la tecnología que llamamos inteligencia artificial representa una de las “maravillas útiles” que la Sra. Eddy elogió, puede considerarse que se deriva de la inteligencia divinamente reflejada del hombre, como una invención de creciente utilidad y liberación bajo el control de Dios, el bien.
Pero la afirmación de que esta tecnología llegará a tener una mente propia y terminará controlando el destino de la humanidad, tal vez con consecuencias funestas, es puro magnetismo animal; la creencia de que hay una mente trabajando en la materia y aparte de Dios, y que está causando tanto el bien como el mal. Pero cualquier evidencia de una mente en la materia es solo en creencia. Esta creencia puede parecer real a los sentidos humanos, pero es una creencia falsa porque no proviene de la Mente divina.
Cualquier forma de inteligencia que pretenda existir aparte de Dios, fuera de Su gobierno, es artificial; es decir, algo que no es real. Esta apariencia de una mente que actúa en la materia —una mente mortal que es tanto buena como mala y que tiene el potencial de causar daño— jamás tiene el respaldo de la Mente de Dios. Su apariencia puede tomar la forma, por ejemplo, de un dictador, una enfermedad, una máquina política, una emoción violenta o robots bajo el control de una mentalidad amoral. Pero en todos los casos, cualquier control que una mente mortal pretenda ejercer es solo en apariencia, no es un hecho. Hay una sola Mente que gobierna toda la realidad: la Mente de Dios, el Amor divino, que es la fuente de toda acción inteligente.
Paso a paso, podemos comprender y demostrar cada vez más la inteligencia real, que se origina fuera de la materia en la Mente divina, o Espíritu infinito. Podemos probar en nuestras propias vidas el poder de esta inteligencia divina que existía antes de que aparecieran las computadoras y que continuará existiendo después de que estas hayan cumplido su propósito. La comprensión de que la verdadera inteligencia está siempre presente y es universal, buena y eterna, sin principio ni fin, ha sido el fundamento de los miles de relatos de curación verificados que han aparecido en esta revista desde su lanzamiento en 1883. Cada curación ha probado la presencia de una Mente divina que es capaz de resolver nuestros problemas.
Sobre la misma base, podemos encarar enérgicamente los temores de que la IA sea más inteligente que nosotros y tome el control de la humanidad. Podemos orar para comprender que el futuro de la humanidad no reside en una mente mortal o en invenciones materiales, sino en la Mente divina que todo lo gobierna, todo lo sabe y todo lo ama.
Ciencia y Salud pregunta: “¿Piensa el cerebro, y sienten los nervios, y hay inteligencia en la materia?”. Luego responde: “¿Cómo puede la inteligencia morar en la materia cuando la materia es no-inteligente y los lóbulos cerebrales no pueden pensar?” (pág. 478). Se cree que el cerebro realiza hazañas milagrosas a través de señales eléctricas y reacciones químicas, pero no posee inteligencia, así como un piano no posee música. La verdadera inteligencia existe fuera del cerebro o de cualquier sentido mecanicista o personal de la mente. Todo en el universo, incluida la tecnología útil, está y siempre estará bajo el control omnipotente de la Mente divina, Dios.
La Mente está siempre presente para inspirar la acción inteligente mediante el sentido espiritual, una facultad que todo hijo de Dios posee. Cuanto más escuchamos la dirección de Dios a través del sentido espiritual, más tenemos las ideas que necesitamos para demostrar el dominio que Dios nos ha dado sobre cualquier sentido de una mente aparte de la única Mente perfecta que nos influye o nos controla. El sentido espiritual está activo dentro de todos nosotros, dándonos la dirección y la sabiduría que necesitamos para tomar decisiones inteligentes que traigan buenos resultados. Nuestra función es escuchar y actuar de acuerdo con ese sentido espiritual, ser guiados por esas intuiciones espirituales. Hacerlo nos salva de las malas intenciones y de las suposiciones y acciones ignorantes.
¿Qué pasa con las preocupaciones de que la IA esté destinada a caer en manos de mentes malvadas y ser utilizada con fines maliciosos? Este miedo se puede abordar por medio de la comprensión de la supremacía del bien. La Ciencia Cristiana explica: “El mal no tiene ningún poder, ninguna inteligencia, porque Dios es el bien y, por lo tanto, el bien es infinito, es Todo” (Ciencia y Salud, págs. 398-399). A veces, el mal parece muy poderoso, pero esta apariencia es en creencia, no de hecho. Como Cristo Jesús enseñó, el mal es una mentira y un mentiroso. La inteligencia, que es la expresión de la Mente divina, está siempre presente para defender el bien. Puede vencer y vence el mal, como lo demostró Jesús a lo largo de su ministerio de curación.
La amplia accesibilidad de la IA a usuarios benévolos y malévolos por igual en el mundo entero es un llamamiento a todas las personas solidarias para que demuestren la supremacía del bien. Podemos demostrar que el mal no es una inteligencia que pueda tomar el control de la humanidad y manipular a las personas con fines erróneos o malévolos; ya sea a través de las computadoras o la influencia mental. A la luz de la supremacía de Dios, no es una conclusión inevitable que el mal dominará al bien. Más bien, es el destino del bien dominar el mal, como la práctica de la Ciencia Cristiana ha demostrado una y otra vez.
Una historia en el Antiguo Testamento se podría considerar como un presagio del poder de la Verdad para vencer cualquier oposición material a la autoridad de la Mente divina. Dios instruye a Moisés y Aarón para que hablen con Faraón, el gobernante de Egipto, y le ordenen que deje en libertad a los israelitas esclavizados. Cuando llegan ante él, les exige un milagro para demostrar su autoridad. Aarón arroja su vara al suelo, y se convierte en una culebra. Faraón llama a sus magos y hechiceros, y ellos realizan la misma hazaña. Sin embargo, la vara de Aarón devora las varas de ellos (véase Éxodo 7:8-12).
La IA puede simular la inteligencia y parecer su igual. Pero su rendimiento nunca será el equivalente al de la inteligencia espiritual originada en Dios. Los desarrollos de la llamada inteligencia artificial tendrán su resultado y ofrecerán muchos pasos útiles de progreso práctico a medida que los científicos exploren sus posibilidades, pero cualquier resultado generado por una máquina siempre estará limitado por el sentido de la mente basado en la materia del que depende. Siempre llega un punto en que el pensamiento inquisitivo se vuelve de los sentidos materiales a la Mente divina y sus infinitas capacidades, y el sentido material, limitado o falso de la inteligencia es absorbido por lo divino.
No tenemos que vivir con temor a la inteligencia artificial. Las computadoras y los robots se multiplicarán y realizarán tareas útiles y a menudo impresionantes, pero la verdadera inteligencia es Dios, y es siempre infinitamente superior a cualquier cosa producida por una máquina. La Mente divina siempre será más rápida, más sabia y más inteligente que cualquier algoritmo. Siempre será la única influencia sobre toda la creación de Dios. Y como expresión de la Mente divina, cada uno de nosotros refleja verdaderamente una comprensión y una capacidad más allá de lo que la IA puede simular. A medida que escuchamos los sentidos espirituales y nos esforzamos por no tener otra Mente que Dios, nos encontramos ejerciendo dominio sobre todas las formas de inteligencia simulada, convirtiéndolas en siervos en lugar de amos.
La inteligencia artificial no es un poder al que temer. Es una invención humana que debe ser dominada por medio de nuestra comprensión y demostración de la Mente.