El rápido avance de las capacidades de la inteligencia artificial ha captado la atención de ciudadanos de todo el mundo. Aquellos que ven el potencial de la IA para hacer la vida más fácil y mejor están eufóricos por algunos de estos avances, pero también hay muchos temores en torno al posible mal uso de la IA y sus aparentes aptitudes para actuar de forma autónoma; especialmente porque estas podrían evolucionar con el tiempo. Cómo proteger a la sociedad de estas preocupantes consecuencias negativas de la IA es una pregunta que exige respuestas.
Dominar los temores a la IA comienza con una investigación más profunda de la naturaleza de la inteligencia. La Biblia pregunta: “¿Dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? … Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar” (Job 28:12, 23). Esto da a entender que la verdadera inteligencia es espiritual, inmortal y siempre benéfica.
La inteligencia no se origina en la materia, ni jamás será poseída por la materia, ni a través de una máquina ni de un cerebro. La Ciencia Cristiana revela que la verdadera inteligencia se deriva de la Mente infinita que es Dios. “Toda sustancia, inteligencia, sabiduría, todo ser, inmortalidad, causa y efecto pertenecen a Dios”, afirma Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana (pág. 275). Toda la creación de Dios, incluyendo al hombre, refleja la inteligencia divina de Dios.