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Cómo encontré la Ciencia Cristiana

Comprender a Dios transformó mi vida

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 24 de marzo de 2025

Publicado originalmente en portugués


Durante muchos años, traté de obtener una comprensión más clara de Dios. También anhelaba saber la razón de mi existencia. Puesto que la iglesia en la que me había criado no tenía respuestas satisfactorias a mis preguntas, comencé a investigar otras iglesias, pero ninguna de ellas me proporcionó la iluminación que buscaba. Leía la Biblia a diario y me gustaba el contenido, pero entendía muy poco de él. A menudo me sentía desanimada y triste. 

Entonces, un día, un compañero de trabajo me habló de la Ciencia Cristiana. Me dio un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, una revista mensual, y me dijo que una practicista de la Ciencia Cristiana lo había ayudado en un período crítico de su vida cuando había estado contemplando suicidarse. Hice una cita con esta practicista y comenzamos a reunirnos semanalmente. Yo no buscaba asistir a una iglesia, sino hablar con alguien que pudiera ayudarme a comprender a Dios y mi relación con Él. 

Le hice muchas preguntas a la practicista, y ella me explicó pasajes de la Biblia de una manera que nunca antes había escuchado, y me dio a conocer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, de Mary Baker Eddy; comencé a leerlo de inmediato. Aunque al principio no entendía mucho, seguí leyendo y unos meses más tarde empecé a asistir a los servicios de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. 

Una noche, mientras hacía ejercicio, me caí y me lesioné un pie. Estaba hinchado y con muchos hematomas, y tuve miedo porque no podía caminar normalmente. Llamé a la practicista para que orara por mí, y ella me ayudó a ver que no tenía que temer. Empecé a comprender que la lesión no era una realidad, sino una sugestión de que algo más que Dios tenía poder y que el hijo de Dios podía ser inmovilizado o sufrir. Quería apoyarme en Dios, en la Verdad. 

Esa noche me dormí confiando en esta verdad, y por la mañana, me desperté sin dolor y sin miedo. Después de unos días, caminaba normalmente y la inflamación y la decoloración habían desaparecido por completo.

Al principio, la curación pareció un milagro, pero a medida que mi comprensión de la Ciencia Cristiana aumentaba, me daba cuenta de que mi recuperación era el resultado natural de comprender la totalidad y la bondad de Dios. Ciencia y Salud dice: “Dios sanará a los enfermos por medio del hombre, siempre que el hombre esté gobernado por Dios” (pág. 495). 

Supe que había encontrado lo que buscaba. Seguí asistiendo a la filial de la iglesia y con el tiempo me hice miembro. A través del estudio y la aplicación de la Ciencia Cristiana, mi vida se ha transformado de muchas maneras. 

Al principio, me llamó la atención esta declaración en Ciencia y Salud: “Padre-Madre es el nombre para la Deidad, que indica Su tierna relación con Su creación espiritual” (pág. 332). Entendí que, como Dios es nuestro Padre y nuestra Madre, pertenezco a una familia. Soy hija de Dios y siempre puedo contar con el apoyo de este amoroso Padre-Madre. Esto no excluye a mi familia humana, porque todos están incluidos en la familia de Dios. Llegué a apreciar más la singularidad de cada uno de mis diez hermanos, y mis relaciones familiares mejoraron.

También aprendí a expresar más aplomo en situaciones difíciles. Cuando me robaron el coche, lo denuncié a las autoridades y luego llamé a un practicista. Al orar, me sentí alentada por esta cita de Ciencia y Salud: “Regocijémonos de que estamos sometidos a las divinas ‘autoridades… que hay’” (pág. 249). Estas palabras me inspiraron a reconocer que la persona que tomó el auto estaba sujeta a la ley de Dios, que le dio, como hijo de Dios, todo lo que necesitaba sin tener que robar nada de nadie. En ningún momento pensé en él como un ladrón. Más bien, sentí una profunda compasión por él, y eso me dio paz.

Encontraron el coche intacto después de tres días. Cuando uno de mis hermanos se enteró del robo, comentó: “No me di cuenta de este momento estresante por el que estabas pasando, porque nunca diste ninguna indicación de ello”. Sin la Ciencia Cristiana, mi reacción habría sido de miedo y desesperación. Pero como entendí que Dios es la fuente de todo el bien, supe que no se me podía privar de nada de lo que necesitaba. 

Mi temperamento continuó mejorando a medida que comprendía más de la bondad y la armonía de Dios. Anteriormente, en ciertas circunstancias, me había mostrado impaciente, nerviosa y explosiva hasta cierto punto. Esto lo dejé atrás después de que aprendí a resolver problemas con la oración y la comprensión espiritual en lugar de reaccionar emocionalmente.

También he aprendido a confiar en la constancia de la provisión divina. Antes de conocer la Ciencia Cristiana, tuve muchas dificultades financieras. Cada vez que veía a otras personas progresar monetariamente, me sentía excluida de la abundancia. Mis problemas económicos se resolvieron cuando me dediqué a estudiar y comprender este pasaje de Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana. No está bien imaginarse que Jesús demostró el poder divino de sanar sólo para un número selecto o por un limitado período de tiempo, puesto que a la humanidad entera y a toda hora, el Amor divino suministra todo el bien” (pág. 494). Vi que la provisión divina no es solo para unos pocos afortunados, como yo había creído, sino para toda la humanidad, incluyéndome a mí. 

Desde que aprendí esto, nunca me ha faltado nada; y aunque a veces he estado desempleada, siempre he podido encontrar otro trabajo en poco tiempo. 

El apóstol Pablo dice: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22, 23). Mi expresión de estas cualidades ha continuado expandiéndose junto con mi comprensión de que “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Cuando recuerdo mi trayectoria en el aprendizaje del significado espiritual de las enseñanzas de Cristo Jesús, me siento muy agradecida con el compañero de trabajo que me mostró el camino y con la practicista que me enseñó los primeros pasos en esta Ciencia y apoyó mi crecimiento en ella.

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