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Confía en la Verdad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 26 de mayo de 2025


Hace varios años, estuve en El Cairo durante unas semanas, y tuve una experiencia que me hizo profundizar en mi verdadera identidad espiritual. Fue justo después de la Primavera Árabe, y estaba visitando a una amiga egipcia. Una noche, ella y yo tomamos un taxi para ir a un restaurante. Cuando llegó el momento de pagar, no logré encontrar mi billetera por ningún lado. Buscamos en el restaurante y en la calle, pero no estaba.

Había pagado el taxi, pero parecía que mi billetera no había regresado a mi bolsillo con seguridad. No había dinero en ella, solo tarjetas de crédito y bancarias y mi licencia de conducir. Mi amiga pagó la cena y me prestó algo de dinero. 

De vuelta en mi hotel, le conté a la recepcionista lo que había sucedido en caso de que alguien llamara. ¿Cómo sabrían a dónde llamar? A mi llegada a El Cairo, sabiendo que usaría mucho los taxis y que mi hotel estaba en una calle tranquila y algo difícil de encontrar, me vino la idea —un mensaje angelical de Dios— de poner una versión árabe de la tarjeta de visita de mi hotel en mi billetera. De esa manera podría mostrarle fácilmente a un taxista a dónde quería ir. Cualquiera que encontrara la billetera vería la tarjeta.

Al principio, me bombardearon temores sobre la dificultad de vivir en un país desconocido sin mi documento de identidad ni mis tarjetas bancarias. Estuve tentada a lanzarme de lleno a un plan paso a paso para reemplazar el contenido de la billetera, hasta que me di cuenta de que enfocarme intensamente en encontrar soluciones humanas interferiría con mi intención de volverme de todo corazón a Dios. Así que, en cambio, comencé a orar para ver que mi verdadera identidad espiritual está siempre a salvo y es mía eternamente por ser una manifestación perfecta, completa y única de Dios. Rechacé la idea de que me definían las tarjetas de crédito, la licencia de conducir, la nacionalidad o cualquier otro factor material. También negué la creencia de que demandaría mucho esfuerzo restablecerlos en un país extranjero. 

Con firmeza, aparté de la conciencia todas las preocupaciones de que alguien más usara las tarjetas o robara mi identidad, y oré para sentir la presencia tranquila y el poder del Principio divino —Dios— gobernando a todos. Afirmé que la Verdad divina se refleja en la integridad de todos los hijos de Dios, por lo que Su ley debe expresarse en los pensamientos y acciones de cada persona en El Cairo y en el mundo.

Después de orar con estos hechos espirituales, sentí la presencia de Dios y una alegría que nada podía quitarme. Confiando en el Señor con todo mi corazón, me fui a dormir y oré de esta manera cada vez que me despertaba durante la noche.

Antes de ir al comedor a desayunar a la mañana siguiente, pasé por la recepción y pregunté si alguien había llamado. Dijeron que no. Después del desayuno, volví a hablar con la recepcionista, quien me dijo: "Oh, usted es la persona que perdió la billetera. Hay alguien en la terraza que quiere verla”.

Sentada en la pared de afuera había una pequeña mujer, egipcia y mayor de edad, que sonrió y me habló en árabe. Aunque no entendí mucho del idioma, deduje que se estaba disculpando por no haber venido la noche anterior, ya que había estado demasiado cansada. Tenía todo el contenido de mi billetera y fue muy dulce y se sintió muy feliz de devolvérmelos. Ella no quería nada, pero le di el dinero que mi amiga me había prestado, y ella siguió su camino. Me regocijé y le di gracias a Dios por Su cuidado infalible tanto de ella como de mí, cada una de nosotras la expresión de la perfecta bondad de Dios. 

Mi gratitud por esta prueba del amor y cuidado de Dios fue casi inexpresable. Todos los que estaban al tanto de la experiencia quedaron asombrados. Le dije a mi amiga que era la obra de Dios y de Sus ángeles guías, o mensajes, y ella estuvo de acuerdo.

Leslie Revilock
Williamsburg, Virginia, EE.UU.

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